sábado, 3 de mayo de 2025

La ciencia ficción tenía razón (y nosotros firmamos los términos y condiciones)

Mucho antes de que Siri nos ignorara con la elegancia de una recepcionista harta, o que Alexa interrumpiera un desayuno para informarnos sobre el clima en Osaka (aunque nadie lo pidió, además de ser inútil por donde vivimos), la ciencia ficción ya estaba ahí, sentada en primera fila,  maíz pira en mano, viendo cómo el futuro se escribía con sus viejas notas de servilleta. Nos advirtió, nos guiñó el ojo… y nosotros, obedientes, nos lanzamos a construir exactamente lo que nos dijeron que no debíamos construir. Como si ver el apocalipsis en cámara lenta nos pareciera un buen plan de domingo.


Orwell gritaba desde 1949 que "el Gran Hermano te observa", pero al parecer, mientras lo leíamos, alguien en Silicon Valley pensó: “¡Ey, qué gran idea para una startup!”. Hoy, tu casa tiene más micrófonos que un set de televisión: Siri te juzga, Alexa te delata, tu teléfono responde a lo que no preguntaste y el big data ya sabe que volviste con tu ex antes de que tú lo aceptes. Porque claro, nada dice ‘libre albedrío’ como aceptar las cookies sin leer.

William Gibson en 1984 con Neuromancer, dibujó un ciberespacio lleno de hackers con más estilo que ética, y nosotros dijimos: "Vamos a hacer eso… pero con tutoriales de YouTube y contraseñas como ‘1234’". El resultado: medio planeta queriendo entrar a la deep web sin saber que eso no es una piscina de inmersión.

Asimov nos regaló la psicohistoria: una ciencia para predecir el comportamiento de las masas. Lo que tenemos hoy es un algoritmo que sabe que vas a ver el sexto video de perritos con abrigos aunque jures estar demasiado ocupado para ver esas banalidades. Y todo eso, solo para mostrarte un anuncio de croquetas, por si acaso tienes perro… o lo estás considerando.

En 2001: Odisea del espacio" se nos presentó a HAL 9000, un encantador psicópata digital que decidió prescindir de los humanos. Hoy, nuestros asistentes virtuales —léase Siri, Alexa y, más recientemente, los chatbots —  logran hacerte sentir inútil cada vez que les pides algo que no entienden. Te dan una respuesta errada, pero tranquilo: están “aprendiendo”. Algún día te recordarán que fuiste tú quien los encendió… y los entrenó.

Minority Report nos enseñó cómo la publicidad personalizada podía arruinarte el día con precisión quirúrgica. Ahora tu celular te ofrece crema para arrugas a las 7:31 a. m., justo cuando ves tu cara en modo zombi. Tecnología con empatía, lo llaman.

Y luego están los hologramas. Gracias a Star Wars y Star Trek, soñamos con comunicaciones galácticas… y terminamos con videollamadas en Zoom, Teams o Meet (eso sí, olvidamos ya al precursor de todos estos: Skype), en las que tu jefe se convierte en una papa por accidente o tienes una teleconferencia familiar por WhatsApp con participantes en Colombia, Estados Unidos, Australia y Europa (y nos parece muy normal). El futuro, pero versión beta.

Los cómics, por su parte, eran la sección de I+D de la fantasía. Dick Tracy tenía un reloj con videollamadas cuando tú apenas soñabas con tener reloj. Hoy, el Apple Watch mide tu ritmo cardíaco para informarte que ver series en bucle no cuenta como cardio. Ya el  Superagente 86 (título original Get Smart), desde 1965, una comedia de espionaje durante la Guerra Fría, presentaba al torpe pero carismático agente Maxwell Smart (interpretado por Don Adams) y sus extravagantes inventos, entre los que destacaba el famoso zapatófono (el celular de hoy).

Mas recientemente Iron Man volaba en un traje de ensueño; ahora los ejércitos tienen versiones menos glamurosas pero igual de letales. Los cirujanos operan con gafas de realidad aumentada, y tú las usas para ver cómo se vería un mueble en tu casa que te vende IKEA. Prioridades.

Y Batman… bueno, él tenía un Batimóvil que se conducía solo. O KITT, El Auto Fantástico (Knight Rider, 1982–1986), que primero nos asombró y luego nos divertía con sus comentarios. Hoy, Tesla ofrece un auto con muchas de esas características… eso sí, intenta no atropellar conos de tránsito mientras actualiza su software en medio de la autopista. Claramente, algo se nos escapó en la traducción del futuro.

¿La conclusión? La ciencia ficción no predijo el futuro: lo redactó, lo diagramó, le puso efectos especiales… y nosotros nos lanzamos de cabeza al guion como actores de método con Wi-Fi. Así que, la próxima vez que tu tostadora te diga que estás bajo en fibra, no te asustes: solo estás viviendo en una distopía con asistente virtual y comandos por voz. Y lo más gracioso es que alguien ya lo escribió… y cobró por ello.

Curiosidades y anécdotas en la elección del Papa

Con la muerte del Papa Francisco, el Vaticano ha quedado temporalmente sin su líder, una situación que, como dicta la tradición, activa la maquinaria del cónclave: esa antigua práctica en la que un grupo de hombres mayores, vestidos de rojo y aislados del mundo exterior, debe decidir quién llevará sobre sus hombros el peso de 1.300 millones de almas… y alguna que otra expectativa geopolítica.

La elección del sucesor no es solo un asunto de fe: católicos fervorosos, católicos de ocasión y hasta ateos con redes sociales están pendientes del resultado, confiando en que el nuevo pontífice no solo mantenga el legado de Francisco, sino que —sin presionar, claro, pero…— lo supere. Porque, después de todo, el Papa no solo bendice, también opina, orienta, denuncia y, a veces, incomoda – Francisco incomodó hasta la misma iglesia -.

La influencia del pontífice no se limita a la esfera espiritual. Es tal su peso simbólico, que tras su fallecimiento varios líderes políticos, algunos de ellos poco cercanos a la moral vaticana, no dudaron en emitir comunicados de pesar. El protocolo es el protocolo. Más llamativo aún fue ver a algunos de sus más vocales detractores presentes en el sepelio, en lo que algunos interpretaron como un acto de reconciliación… o de buena prensa. Porque si algo deja claro cada elección papal es que la liturgia nunca está del todo exenta de estrategia.

El cónclave, esa reunión secreta donde los cardenales eligen al Papa —como si la decisión de liderar a más de mil millones de personas pudiera tomarse entre cuatro paredes sin susurros celestiales ni presiones terrenales—, tiene su origen en el siglo XIII. Fue una consecuencia directa del caótico episodio de Viterbo (1268-1271), cuando las divisiones políticas entre los electores prolongaron la elección durante casi tres años. Los ciudadanos, agotados por la falta de pontífice y quizás de paciencia, decidieron encerrar a los cardenales bajo llave (cum clave, en latín) y reducirles las provisiones de alimentos hasta que, movidos por el hambre o por la inspiración divina, eligieron finalmente a Gregorio X. Este Papa, decidido a que semejante espectáculo no se repitiera, estableció en el Concilio de Lyon II (1274) normas estrictas que incluían el aislamiento de los cardenales y la restricción de sus comodidades: nació así el protocolo del cónclave que, con retoques modernos, persiste hasta hoy.

Aunque en la actualidad se asocia la elección papal con la virtud y los méritos eclesiásticos, conviene recordar que, históricamente, el proceso fue menos celestial y más terrenal. Durante los primeros siglos, la designación del pontífice era influenciada por clérigos locales, nobles romanos e incluso emperadores. En la Edad Media, prácticas como la simonía (venta de cargos eclesiásticos) y el nepotismo (favoritismo hacia parientes) permitieron a familias influyentes —como los Borgia o los Médicis— promover candidatos según su conveniencia. Fue apenas en 1059, gracias a la Reforma Gregoriana impulsada por el Papa Nicolás II, que se reservó oficialmente la elección a los cardenales. Sin embargo, ni siquiera esto pudo blindar el proceso de las pasiones humanas: el Gran Cisma de Occidente (1378-1417), con varios papas autoproclamados en simultáneo, dejó en evidencia que la política no entiende de sotanas. Y aunque técnicamente cualquier varón católico puede ser elegido Papa, desde el siglo XV solo cardenales han ocupado el trono de San Pedro, por su experiencia en la Curia y —no menos importante— por ser una opción más manejable para alcanzar consenso.

Entre los rituales más emblemáticos del cónclave figura el célebre Habemus Papam ("¡Tenemos Papa!"), proclamado desde el balcón de la basílica de San Pedro. Este anuncio, hoy convertida casi en una puesta en escena litúrgica, simboliza la unidad de la Iglesia tras la elección. Curiosamente, en 2013, el recién elegido Francisco rompió el protocolo al aparecer sin la tradicional capa roja (la mozzetta), enviando desde el primer minuto una señal de austeridad que, para algunos, fue tan revolucionaria como su pontificado. No menos teatral es el humo, blanco o negro, que informa al mundo si se ha alcanzado un consenso o si, por el contrario, aún hay debate (o desacuerdo, o estrategia, o todo junto). Antiguamente, el color del humo dependía de la combustión de paja húmeda o seca, pero las ambigüedades del pasado —incluido un gris sospechoso en 1958— obligaron a incorporar productos químicos desde 2005 para garantizar que ni Dios ni la prensa se confundieran.

El sistema de votación, en sí mismo, es un ejemplo fascinante de solemnidad ritual: cada cardenal escribe en una papeleta la frase Eligo in Summum Pontificem ("Elijo como Sumo Pontífice"), la dobla y la deposita en un cáliz, mientras tres escrutadores leen los votos en voz alta. Si ningún candidato alcanza la mayoría de dos tercios, las papeletas se queman con aditivos para producir el consabido humo negro. Una vez elegido, el nuevo Papa es conducido a la llamad
a “sala de las lágrimas”, un pequeño recinto contiguo a la Capilla Sixtina donde se le ofrecen tres hábitos blancos de distinta talla, para que la elección no fracase por problemas de sastrería. El apodo de la sala no es gratuito: se le llama así porque allí, entre lágrimas —a veces de emoción genuina, otras de puro pánico existencial—, el elegido enfrenta por primera vez, a solas, el peso espiritual, político y mediático que implica ser el sucesor de Pedro. Se cuenta, por ejemplo, que Pío XII lloró desconsoladamente en ese espacio al ser nombrado Papa en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Y no era para menos..

La duración de los cónclaves ha sido tan variada como los temperamentos de los cardenales. El más largo, nuevamente el de Viterbo, se extendió durante 34 meses, obligando a Gregorio X a decretar que, tras cinco días, los cardenales solo recibirían pan y agua. Otros, sin embargo, han sido fulminantes: Julio II fue elegido en apenas diez horas. En tiempos más recientes, Benedicto XVI fue elegido en 24 horas, un récord de eficiencia que contrastó con su posterior renuncia en 2013, la primera voluntaria desde 1415, y que aceleró reformas para hacer el proceso más ágil y menos susceptible a sorpresas.

Las anécdotas históricas no tienen desperdicio. En 1903, el emperador Francisco José I de Austria vetó al cardenal Rampolla, favorito para el papado, lo que derivó en la elección de Pío X y, de paso, en la abolición del jus exclusivae (el derecho de veto por parte de monarcas católicos). En 1268, los ya mencionados ciudadanos de Viterbo no solo encerraron a los cardenales, sino que incluso les quitaron el techo del palacio para apurar la decisión. Como resultado, fue elegido Gregorio X, quien, en una ironía monumental, ni siquiera era cardenal. Más recientemente, en 2013, circularon rumores de que algunos cardenales usaban mensajes cifrados en X (antes Twiter) para filtrar información desde el interior del cónclave, lo que obligó al Vaticano a bloquear señales electrónicas en futuras elecciones. Así, la modernidad también tiene sus penitencias.

El juramento de secreto, obligatorio para todos los participantes del cónclave, ha sido desafiado ocasionalmente, más por humanidad que por rebeldía. En 2005, el cardenal Luis Antonio Tagle rompió a llorar al escribir el nombre de Benedicto XVI, gesto que, pese a las normas, trascendió al exterior. Reformas recientes, como el límite de edad de 80 años para participar en la votación y la reafirmación de la mayoría de dos tercios por parte del Papa Francisco, evidencian los esfuerzos por equilibrar tradición, transparencia y una dosis mínima —pero necesaria— de lógica organizacional.

Finalmente, el cónclave es mucho más que una elección: es un espectáculo litúrgico, un ejercicio de poder, un guiño a la historia y una metáfora de la Iglesia misma. Entre susurros, lágrimas y humo —ya no santo, pero sí certificado químicamente— se decide no solo quién guiará a los católicos del mundo, sino también cómo el Vaticano equilibra lo sagrado con lo estratégico, la fe con la diplomacia y el pasado con un presente lleno de redes, cámaras y, quién sabe, algún que otro tuit clandestino.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Horas perdidas y estrés diario: El costo Invisible del transporte público en Bogotá

El uso del transporte público en muchas ciudades del mundo se ha convertido en una experiencia traumática para millones de personas, no solo debido a los largos tiempos de desplazamiento, sino también por la incomodidad del viaje. A esto se suman las deficientes condiciones de movilidad, la falta de aplicación de las normas y los abusos cometidos por algunos usuarios en detrimento de los demás, lo que agrava aún más la situación. Este panorama se hace aún más difícil para quienes, después de una jornada laboral agotadora, deben enfrentarse a la realidad de sistemas como el TransMilenio de nuestra Bogotá.

En ciudades como Nueva York o Tokio, los ciudadanos pueden tardar entre 45 y 50 minutos en el metro, o hasta una hora y media en automóvil, para desplazarse diariamente en trayectos de unos 20 km. En otras metrópolis, como Nueva Delhi o Ciudad de México, este tiempo puede ser incluso mayor. Sin embargo, en Bogotá, los tiempos para recorrer distancias similares son significativamente más largos, alcanzando las dos horas. Además, durante las horas pico, estos tiempos pueden aumentar considerablemente.

Este fenómeno se debe a una combinación de factores, como el cierre de vías para priorizar el transporte escolar, obras, los trancones provocados por incidentes menores, la alta presencia de motocicletas y la intervención de agentes de tránsito que favorecen el acceso a la mal llamada "autopista". Adicionalmente los retenes policiales en lugares poco apropiados que contribuyen a agravar aún más la congestión.

Ahora bien, ¿qué sucede en el transporte público durante estas largas horas? En el caso del TransMilenio, la situación es desalentadora. Es común encontrar cantantes, vendedores ambulantes, exconvictos y personas en situaciones difíciles, como quienes piden ayuda alegando estar a punto de ser desalojados. Si bien algunos de estos casos pueden ser genuinos y reflejan la dura realidad social del país, otros parecen tener la intención de conmover a los pasajeros.

Este ambiente contribuye al caos, especialmente en las horas pico, cuando las ofertas de productos se presentan tanto al frente como al fondo del bus, y las historias de quienes solicitan apoyo se expresan en un tono que, en ocasiones, puede percibirse como reproche, acusando a los pasajeros de indiferencia o grosería. Esta reacción, por lo tanto, no sorprende, dado el alto nivel de saturación que generan estas interacciones repetitivas. Además, en cualquier momento pueden aparecer olores desagradables que obligan a los pasajeros a intentar abrir las ventanas o las escotillas —si la estatura se lo permite—, o incluso cubrirse la boca con una prenda o la mano, aunque esto último resulte inútil para algunos. 

Evidentemente, no todo es negativo. Hay personas que suben al transporte llevando mensajes alentadores, promoviendo cultura a través de la venta de libros, cantando para evocar hermosos recuerdos, o transmitiendo mensajes sociales mediante el rap o con instrumentos que producen melodías armónicas y un volumen adecuado para ser disfrutadas.

Aunque algunos sugieren que el tiempo en el transporte público podría aprovecharse para leer o descansar, la realidad es muy distinta. Los equipos portátiles de sonido de los cantantes superan con creces los niveles de ruido recomendados, la falta de espacio obliga a los pasajeros a adoptar posturas incómodas, y los movimientos bruscos del vehículo aumentan la sensación de agotamiento y estrés. Estas condiciones, por lo tanto, hacen que el trayecto esté lejos de ser productivo o relajante. De hecho, según las normativas de transporte público, ni las ventas ni el uso de música a altos volúmenes deberían permitirse, ya que más que entretenimiento, esto se convierte en contaminación auditiva, afectando la salud de los usuarios.

El cambio es, por tanto, necesario e inevitable. Lo primero es recuperar el respeto hacia el ciudadano, ofreciendo planes y alternativas que mejoren la experiencia de quienes utilizan este servicio. Ahora que estamos bajo un gobierno que, en teoría, promueve la justicia social, tanto a nivel nacional como local, este es el momento adecuado para abordar seriamente estos problemas y poner fin a aquellas prácticas que fueron tan criticadas por quienes hoy ostentan el poder en la ciudad.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Entre aguas turbias y solidaridad: crónica de un caos en la Autopista Norte

Desde el 13 de noviembre de 1985 no había vivido un evento con tanta tensión. En aquella ocasión fue la avalancha del Nevado del Ruiz, que se llevó a más de 23 mil personas. Hoy, esa angustia volvió a instalarse en mí, esta vez por otro desastre natural: una inundación en la Autopista Norte, entre las calles 190 y 222. Lo que experimentamos fue un reflejo de la inoperancia de nuestras autoridades distritales, e incluso de quienes ostentan los más altos cargos en nuestra querida república. No obstante, en medio del caos, también hubo un lado positivo: conocimos a personas que, de no ser por este suceso, jamás habríamos cruzado en nuestras vidas. Gente que ofreció su ayuda desinteresadamente, conformándose con un simple "gracias" como recompensa, lo cual fue una grata sorpresa en un día tan difícil.

El día comenzó como cualquier otro. Me levanté a las 4 a.m. con la radio encendida y me permití unos minutos de pereza, aprovechando que no tenía restricción vehicular. Salí de casa a la hora de siempre, encontrándome con el tráfico habitual. El horizonte se teñía de un tono rojizo, pero no le di mayor importancia. Sin clases presenciales por la salida de campo de mis alumnos, aproveché para dar indicaciones finales a algunos sobre sus proyectos. Luego, me sumergí en un curso virtual, seguido de una reunión online por la tarde. Al terminar mis obligaciones, llené un formulario crucial para mi vida y, con el día laboral cerrado, me dispuse a salir en mi carro, como de costumbre.

La lluvia de esa tarde parecía inofensiva al principio, solo una más de las tantas que mojan la ciudad. Pero al acercarme a la Autopista Norte, noté que la vía ya estaba encharcada y llena de huecos, algo que, siendo sinceros, es lo normal por aquí. Apenas avancé unos 100 metros sobre la autopista cuando nos quedamos todos atascados en un monumental embotellamiento. Lo que comenzó como una simple fila de autos pronto se transformó en un caos total. 

Lo primero que llamó mi atención fue ver cómo las motos invadían la ciclovía, buscando desesperadamente algún escape. La inundación no tardó en llegar; en cuestión de minutos, la vía se anegó y pronto no hubo más opción que abandonar los vehículos. Solté algún improperio cuando el agua me alcanzó "hasta la cintura" (aunque, siendo honestos, a otros quizás no tanto), lo cual tampoco dice mucho, considerando mi baja estatura. Para colmo, el agua estaba en un estado deplorable. Ya a salvo en la orilla, me encontré con Laura, una colega de la UDCA, que también estaba viviendo la misma odisea. Fue entonces cuando recibí la primera sorpresa positiva de la noche: su familia, que llegó al rescate, nos ofreció algo de comida y bebida. Un gesto sin duda muy grato en medio del caos.

A partir de ahí, el panorama fue de una solidaridad improvisada que, aún en la adversidad, dejó una impresión imborrable. La Cruz Roja, el cuerpo de bomberos, un grupo de altruistas en vehículos 4x4 y botes inflables se movilizaron para rescatar a niños y personas con movilidad reducida habían quedado atrapados en rutas escolares o que también habian tenido que abandonar su carros. 

La ciclovía se convirtió en una vía de emergencia para cuatrimotos, buggies y otros vehículos especiales que ayudaban en los rescates. Mientras tanto, dos helicópteros sobrevolaban la zona, sin que entendiera su propósito; desde abajo, parecía que con un solo sobrevuelo habría sido suficiente para evaluar la situación. Quemaron combustible inútilmente cuando la verdadera ayuda debía llegar por tierra, o mejor dicho, por el río improvisado en que se había convertido la autopista.

Hacia las once de la noche, cuando el nivel del agua empezó a bajar, comenzaron a remolcar los vehículos. Muchos con certeza la electrónica destrozada. Sin embargo, los más grandes —buses del SIT, volquetas y tractomulas— encendieron sin problema. Los voluntarios en sus todoterrenos, coordinando con bomberos y la Cruz Roja, se convirtieron en los héroes de la noche, dando instrucciones, enganchando carros y empujando con una energía inagotable. Logré llegar a la calle 198, donde, después de casi 10 horas en el frío, tomé mi primera bebida caliente. Creí que la hipotermia se apoderaría de mí, pero al menos un cigarro (sí, mal hábito, lo sé) me devolvió algo de calor.

Con la ayuda de un mayor de la policía, transferí el pago al conductor de la grúa, quien finalmente me permitió dejar el carro en un parqueadero para que el seguro lo tomara en custodia y realizara las evaluaciones correspondientes. Mi última sorpresa, y esta vez positiva, fue que los oficiales de policía se ofrecieron a llevarme hasta casa. No me hice rogar; a las 3:30 de la mañana del 7 de noviembre, por fin llegué. Un baño era necesario después de haber estado expuesto al agua contaminada del caño de la Autopista Norte. Luego, una taza de leche caliente con un toque de café, y a dormir.

Esta noche fue más que una prueba de paciencia; fue un recordatorio de lo que significa mantenerse en pie ante la adversidad. No se trató solo de cruzar una autopista convertida en río, sino de comprender que, a pesar de las fallas sistémicas de quienes administran nuestra ciudad, seguimos adelante. Al final, no sé si mi auto volverá a encender, pero sí sé que experiencias como esta nos enseñan que, aunque estemos a la deriva, siempre existen formas de encontrar un camino seguro, incluso si es gracias a la ayuda desinteresada de manos desconocidas.

martes, 10 de septiembre de 2024

El costo ambiental de nuestros placeres: La Contaminación oculta detrás de bebidas y alimentos

En un mundo donde el placer y la gratificación instantánea dominan nuestros hábitos de consumo, productos como las bebidas carbonatadas, los licores y el pan son parte importante de nuestra cultura. Sin embargo, detrás de la efervescencia de una gaseosa y el brillo de un licor, se esconde un problema cada vez más alarmante: la contaminación.

Las bebidas carbonatadas; cervezas, vinos espumosos, por ejemplo, emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2). La producción de refrescos y bebidas gaseosas contribuye a las emisiones de CO2 anualmente. Esto está respaldado por investigacines que examina las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas con varias bebidas, incluidos los refrescos (La cadena alimentaria contribuye a una parte sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero). Desde la extracción del azúcar hasta el envasado y transporte, cada paso del proceso genera gases de efecto invernadero.

Los licores, considerados un lujo para el placer, también tienen un impacto ambiental considerable. La producción de bebidas destiladas como el whisky y el vodka requiere la fermentación de grandes cantidades de granos o vegetales, generando emisiones significativas de CO2 en su fermentación. Además, su transporte global aumenta aún más su huella de carbono (huella de carbono de las bebidas alcohólicas).

El pan, alimento básico en muchas culturas, también contribuye a la contaminación. La industria panificadora, dependiente de la agricultura intensiva y la producción masiva de harina, libera enormes cantidades de CO2 (el pan y su proceso de elaboración). Desde la deforestación para expandir los campos de trigo hasta el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas, hasta la leudación, cada paso en la cadena de suministro del pan contribuye a la crisis climática.

Incluso la producción de alcohol carburante, considerada una alternativa más "verde" a los combustibles fósiles, tiene su propio impacto ambiental, se produce CO2 además del alcohol en la fermentación por levaduras (impacto ambiental de la producción del acohol).  Aunque podría reducir las emisiones de CO2 al reemplazar los combustibles convencionales, la producción a gran escala de biocombustibles enfrenta desafíos como la deforestación y la competencia con la producción de alimentos.

En conjunto, estas industrias alimentan un ciclo de consumo insostenible que amenaza la salud del planeta. Mientras las cifras de emisiones continúan aumentando, es crucial reconocer el verdadero costo de nuestros placeres y trabajar hacia un futuro más sostenible, donde el disfrute humano no se logre a expensas del medio ambiente. La borrachera por la producción de CO2 que embriaga a nuestro planeta debe dar paso a una sobriedad ecológica que permita su recuperación y preservación para las futuras generaciones

Las industrias de bebidas carbonatadas, licores, pan y alcohol carburante son grandes emisores de CO2. Es esencial que adopten prácticas más sostenibles para reducir su huella de carbono y ayudar a mitigar el cambio climático. Sin un compromiso real, seguiremos disfrutando de nuestros placeres mientras el planeta paga la factura.



lunes, 9 de septiembre de 2024

Rompiendo barreras: el poder del deporte paralímpico y el camino hacia una verdadera inclusión

Una cosecha de medallas que superó todas las expectativas, demostrando el inmenso talento de nuestros atletas paralímpicos en París 2024. Fueron veintiocho medallas: siete de oro, siete de plata y catorce de bronce, obtenidas entre más de 4400 deportistas de 185 Comités Paralímpicos Nacionales. Un logro extraordinario que resonó con fuerza en el corazón de todos los aficionados al deporte. Estos atletas, verdaderos héroes, no solo alcanzaron los podios, sino que también batieron récords mundiales y olímpicos, evidenciando que la discapacidad no es un límite, sino una oportunidad para la excelencia.

No obstante, a pesar de esta hazaña deportiva, la cobertura mediática fue insuficiente, al igual que el reconocimiento institucional. Surge entonces una pregunta inquietante: ¿por qué estos gigantes del deporte no recibieron la misma atención que otros atletas? ¿Por qué no se desplegaron equipos de periodistas para contar sus historias y transmitir la emoción de sus triunfos? ¿Acaso no merecen el mismo respeto y admiración?

Como sociedad, nos enorgullecemos de promover la inclusión y la equidad. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Nuestros espacios públicos, diseñados en su mayoría para personas sin discapacidad, aún presentan barreras arquitectónicas que limitan la movilidad de muchos de estos atletas. ¿Cómo podemos conciliar esta contradicción?

Los Juegos Paralímpicos nos han mostrado que el deporte tiene el poder de unir a las personas e inspirar a millones. Es momento de que la sociedad en su conjunto reconozca y valore el esfuerzo, la dedicación y las victorias de estos atletas excepcionales. Solo así podremos construir un mundo verdaderamente inclusivo.

Más allá de los logros obtenidos en las competencias, los sueños que cada atleta albergaba al competir iban más allá de las medallas: el deseo de tener una casa, brindar bienestar a sus familias, y superar desafíos personales. Estos sueños son mucho más grandes que cualquier himno nacional. Cuando regresen a casa, esperamos que esos sueños no se desvanezcan y que todas las promesas que se les han hecho se materialicen. Que se cumpla aquello de "soñar despierto" y que con renovada esperanza inicien un nuevo ciclo rumbo a Los Ángeles 2028.

domingo, 11 de agosto de 2024

París 2024: Luchando por la Supervivencia en el Escenario Deportivo

Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos recordarán, de forma irónica: que un deporte en el que Colombia rara vez se destaca, la gimnasia, encontramos nuestra primera medalla. Ángel Barajas, un cucuteño de tan solo 17 años, logró arrancarnos una sonrisa con su brillante rutina, subiendo al podio con la medalla de plata. Este logro inesperado fue seguido por otras preseas plateadas de Yeison López en la categoría de 89 kg y Mari Leivis Sánchez en los 71 kg. El broche final lo puso Tatiana Rentería, quien, con un esfuerzo titánico en la lucha estilo libre de 76 kg, nos recordó que detrás de cada medalla hay una batalla personal sin igual.

La Olimpiada, cargada de emociones desde el primer día, nos llenó de esperanzas con nuestras guerreras del fútbol, arqueros, judokas y boxeadores. Sin embargo, los resultados no estuvieron a la altura de las expectativas. La cosecha de medallas no se comparó con la de Tokio, y mucho menos con el punto más alto alcanzado en Londres 2012. El desempeño en la capital francesa dejó un sabor agridulce en los corazones colombianos.

Nuestros atletas llegaron a París con la misma determinación y espíritu que los caracteriza. Mariana Pajón, la reina indiscutible del BMX, intentó añadir otro triunfo a su legendaria carrera, pero el podio esta vez le fue esquivo. Junto a ella, otros veteranos buscaron una última hazaña antes de despedirse del deporte, pero la competencia fue feroz y, aunque lo dieron todo, los resultados no los acompañaron.

Por otro lado, emergieron jóvenes promesas como Ángel Barajas. Siendo realistas, nuestras expectativas en gimnasia no eran altas; este deporte, dominado por chinos, japoneses, coreanos y estadounidenses, rara vez nos permite soñar. Y, claro, también estaban aquellos que apenas lograron las marcas mínimas para clasificar. A pesar de su entusiasmo y esfuerzo, sus registros aún distan mucho de los mejores del mundo. Sin embargo, su participación en París 2024 les brindó una valiosa experiencia que, sin duda, será fundamental para su crecimiento.

En muchos deportes, nuestros atletas se midieron con la élite mundial, lo que hizo aún más difícil la posibilidad de ganar una medalla. El tiro con arco, por ejemplo, es un dominio casi exclusivo de los coreanos. En otras ocasiones, la fortuna simplemente no estuvo de nuestro lado; detalles minúsculos y decisiones arbitrales marcaron la diferencia entre la gloria y la derrota.

No podemos reprochar a nuestros deportistas por los resultados. Ellos pusieron todo su esfuerzo y dedicación en cada competencia. Quizás el lunar más notorio fue el caso del ciclista Fernando Gaviria, quien aceptó participar a sabiendas de que no era parte del ciclo olímpico, en detrimento de Juan Esteban Arango, quien había contribuido más para conseguir el cupo olímpico. Pero este desempeño general nos invita a reflexionar sobre el apoyo y la estructura que nuestros atletas necesitan desde el comienzo de sus carreras.

Si queremos que Colombia vuelva a brillar en el medallero olímpico, necesitamos un cambio profundo en la forma en que apoyamos a nuestros deportistas. No se trata solo de prepararse para Los Ángeles 2028, sino de un compromiso constante desde las primeras etapas de formación. Las escuelas deportivas deben contar con tecnología de punta, entrenadores capacitados, nutricionistas y psicólogos. Además, es vital que los atletas reciban compensaciones adecuadas que les permitan llevar una vida digna, tanto para ellos como para sus familias.

Es fundamental que cuenten con seguros que los protejan en caso de lesiones, para que puedan continuar con una vida plena y productiva. La formación deportiva debe ir acompañada de una educación profesional sólida, de modo que, al concluir su carrera deportiva, puedan llevar una vida digna y contribuir a la formación de futuras generaciones de atletas.

Es evidente que la dirigencia también tiene una gran cuota de responsabilidad en estos resultados. Han pasado cinco años desde la creación del Ministerio del Deporte, y lo único que parece haber crecido es la burocracia: ministro, viceministros y un sinfín de personal que desvía recursos esenciales del deporte. Como siempre, la delegación colombiana parecía más numerosa en dirigentes que en atletas. Y para colmo, ahora han reducido los recursos destinados al deporte, mientras promulgan que los jóvenes deben hacer actividades que conduzcan a la salud física y mental. Una contradicción evidente.

Si aspiramos a mejorar, el camino no será sencillo, pero París 2024 nos deja muchas lecciones. No solo debemos clasificar con más deportistas, sino mejorar sus marcas. Nuestros atletas ya tienen las cualidades necesarias: son valientes, dedicados y talentosos. Con el apoyo adecuado, pueden alcanzar grandes logros y devolverle a Colombia el lugar que merece en el panorama olímpico mundial. Ahora, más que nunca, es el momento de invertir en nuestros jóvenes y brindarles las herramientas necesarias para que puedan brillar en Los Ángeles 2028 y más allá.

Colombia puede y debe soñar con un futuro olímpico lleno de éxitos. Esta es la oportunidad para renovar nuestro compromiso con el deporte y con los atletas que nos representan con tanto orgullo en el escenario mundial.

sábado, 27 de julio de 2024

Crisis láctea en Colombia: Desbordamiento de importaciones y costos exorbitantes ahogan a los productores locales

Hoy día, los productores de leche en Colombia viven una incertidumbre sin precedentes. Los costos se han disparado, los precios de la leche cruda han bajado, el consumo ha disminuido y las importaciones han inundado el mercado. ¿Será que el Ministerio de Agricultura hará algo? ¿Los gobernadores se interesarán por el problema? Quizás los productores tendrán que autofinanciarse ayudando a los productores de derivados a vender sus productos.

La crisis del sector lácteo en Colombia ha sido un tema de creciente preocupación debido a sus múltiples implicaciones económicas y sociales. Las razones de la crisis láctea son variadas. La creciente importación de productos lácteos, especialmente leche en polvo y otros derivados, ha incrementado la competencia en el mercado. 

En el primer semestre de 2022, las importaciones de productos lácteos alcanzaron 45,974 toneladas, un aumento del 50.2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Esto ha llevado a una presión adicional sobre los precios que se pagan a los productores locales, quienes enfrentan dificultades para competir con precios más bajos de productos importados. La llegada masiva de productos lácteos importados, en gran parte debido a tratados de libre comercio (TLC) con países como Estados Unidos, ha afectado la producción nacional. Los productores locales han reportado una disminución en la demanda de su leche, lo que ha llevado a un aumento en el desperdicio de leche y a la quiebra de pequeños y medianos productores.

Aunque existen contingentes arancelarios que limitan la cantidad de productos lácteos que pueden entrar sin arancel, estos se están reduciendo gradualmente. Para 2024, se espera que los contingentes se eliminen por completo, lo que podría abrir aún más las puertas a las importaciones y agravar la situación de los productores locales.

 

La caída en el consumo de productos lácteos ha llevado a una disminución en los precios que se pagan a los productores. Felipe Pinilla, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche (Analac), ha señalado que el consumo se ha visto afectado, lo que ha llevado a los compradores a reducir los precios pagados a los productores, afectando su rentabilidad. En regiones como Boyacá y Santander, los productores han tenido que derramar grandes cantidades de leche debido a la falta de compradores. Se estima que se están perdiendo más de 50,000 litros diarios, lo que no solo representa una pérdida económica, sino que también podría utilizarse para combatir la desnutrición en áreas vulnerables.

El incremento en los costos de insumos, como la urea y el transporte, ha encarecido la producción. Los productores afirman que estos costos han hecho que el negocio sea inviable, lo que contribuye a la crisis en el sector. Aproximadamente el 50% de la producción láctea en Colombia es informal, lo que complica aún más la situación. La informalidad limita la capacidad de las industrias formales para comprar y procesar leche, aumentando la crisis.

Para revertir la crisis láctea, es necesario explorar nuevas tecnologías, modelos de negocio y canales de distribución que permitan agregar valor a los productos lácteos y fortalecer la competitividad del sector.

Es esencial implementar campañas que promuevan el consumo de productos lácteos, especialmente en programas de alimentación escolar. Esto podría ayudar a aumentar la demanda y estabilizar los precios. Organizar ferias y ruedas de negocios puede facilitar la conexión entre productores y consumidores, reduciendo la intermediación y mejorando las condiciones de venta para los ganaderos

Se requiere un compromiso del gobierno para establecer políticas que apoyen a los productores, incluyendo subsidios y programas de capacitación para mejorar la productividad y la formalización del sector. Además, tienen un gran mercado potencial en los programas de alimentación escolar (PAE), haciendo contratos directamente con los productores de leche y usando mecanismos como la maquila para entregarla en condiciones óptimas a los niños de los colegios. Seguramente, es una oportunidad para brindar leche o derivados a los niños que por su condición económica no pueden consumirlos.

En esto pueden contribuir los gobernadores y los alcaldes organizando lo que haga falta para motivar a los consumidores, no solo para que compren sino que contribuyan en algo para solucionar el problema. Posiblemente, tengamos que cambiar un poco los hábitos de consumo, como sustituir la carne como fuente de proteína por queso, una gran fuente de proteína y calcio.

Es fundamental mejorar la articulación entre los diferentes actores de la cadena láctea, desde los productores hasta las industrias procesadoras, para asegurar un flujo adecuado de productos y precios justos. Invertir en infraestructura y tecnología para la producción y distribución de leche puede mejorar la eficiencia y reducir costos, beneficiando a los productores y consumidores por igual.

A manera de conclusión, se podría decir que la crisis del sector lácteo en Colombia es un problema complejo y múltiples causas. La creciente competencia de las importaciones, la disminución del consumo interno y el aumento de los costos de producción han llevado a una situación crítica para los productores nacionales. La informalidad del sector y la falta de políticas gubernamentales adecuadas han agravado la situación. Las consecuencias de esta crisis son significativas: pérdida de ingresos para los productores, desperdicio de alimentos y un impacto negativo en la seguridad alimentaria. Para superar esta situación, se requiere un enfoque integral que incluya la promoción del consumo de productos lácteos nacionales, el apoyo a los productores a través de políticas públicas, la formalización del sector y la mejora de la articulación entre los diferentes actores de la cadena de valor. Es urgente que el gobierno, los productores y los consumidores trabajen en conjunto para encontrar soluciones sostenibles a esta crisis.

jueves, 25 de julio de 2024

Entre medallas y escándalos: La Crisis de Valores en el Deporte Moderno

 El 26 de julio se enciende el pebetero olímpico para dar inicio oficial a la Olimpiada París 2024. Poco más de 10 mil atletas de más de 200 países intentarán conseguir una medalla, todos bajo el lema "Citius, Altius, Fortius", que significa "Más rápido, más a

lto, más fuerte". Claro, esto suena muy noble, pero vamos a ver cómo se traduce la teoría en la práctica.

Citius (más rápido): La velocidad y la agilidad se relacionan con la perseverancia y la disciplina. ¡Qué inspirador! Aunque, en realidad, se trata más de quién puede soportar más dolor en los entrenamientos interminables.

Altius (más alto): Simboliza la ambición y la superación de límites. Esto suena bien hasta que nos damos cuenta de que también significa que los atletas están dispuestos a hacer cualquier cosa para ganar, incluso si eso implica sabotear a sus compañeros de equipo.

Fortius (más fuerte): Representa la fuerza y la determinación. Valores como el coraje y la capacidad de superar obstáculos son admirables, excepto cuando se traducen en trampas descaradas y juegos sucios.

Tradicionalmente, el deporte se ha visto como un medio para promover valores como el respeto y el trabajo en equipo. Sin embargo, la realidad es que hemos visto de todo menos eso. Desde deportistas que traicionan a sus compañeros para ganar un contrato mejor, hasta ejemplos icónicos de falta de ética como el famoso gol de Maradona conocido como "La Mano de Dios".

Luego está el partido de repesca para el Mundial de Sudáfrica 2010, donde Thierry Henry claramente usó la mano para ayudar a Francia a clasificar. Y, por supuesto, las simulaciones en el fútbol son tan comunes que ni siquiera nos sorprenden ya.

El Mundial de Qatar 2022 también tuvo su momento de controversia con un penal dudoso a favor de Argentina. ¿Era realmente falta? Muchos expertos dirían que no, pero ¿a quién le importa, ¿verdad?

Fuera del campo, las cosas no mejoran. La corrupción está en todos los niveles del deporte, desde los jugadores hasta los dirigentes: Bedoya, Blatter, Rubiales, Platini y un interminable etc. Arreglos de partidos; Juventus de Turin, apuestas ilegales y manipulación de resultados son solo algunos ejemplos. Incluso los aficionados juegan su parte con actos violentos y vandálicos; 125 personas muertas en el estadio del Arema FC.

¿Qué causa todos estos comportamientos negativos? La presión por ganar, el dinero y la fama, la falta de educación en valores, y el mal ejemplo de los deportistas de élite.

Para recuperar los valores del deporte, se necesita un esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados: los deportistas deben comportarse de manera ejemplar, los entrenadores deben educar en valores, los dirigentes deben imponer sanciones claras, los aficionados deben comportarse respetuosamente, y los medios de comunicación deben informar de manera objetiva.

Sí, la recuperación de los valores del deporte es un proceso lento y complejo, pero absolutamente esencial para que el deporte siga siendo algo que realmente promueva la salud, la educación y la integración social. 

El 11 de agosto la llama olímpica se apagará, entonces resolveremos la pregunta: ¿Cuál fue el balance, se destacó al menos la hermandad y el respeto?

sábado, 13 de julio de 2024

El sueño americano: Colombia a un paso de la Copa América 2024

13 de julio de 2024: La tensión se palpa en el aire. Un cosquilleo de emoción recorre cada rincón de Colombia, desde las montañas hasta las costas, y se extiende más allá de las fronteras, contagiando a la comunidad colombiana en Estados Unidos. Mañana, 14 de julio, la historia se escribirá en el Hard Rock Stadium de Miami, Florida, cuando Colombia se enfrente a Argentina en la final de la Copa América 2024.

La ilusión de levantar la copa ha crecido con cada victoria de la selección colombiana durante el torneo. Su desempeño impecable, dejando en el ca
mino a selecciones de la talla de Brasil, Uruguay y Paraguay, ha despertado la esperanza de un pueblo que anhela celebrar un título continental desde 2001.

La Copa América 2024 ha sido un torneo lleno de sorpresas y emociones. El VAR ha generado controversia, pero no ha impedido que Argentina llegue a la final con paso firme, sorteando un camino relativamente cómodo.

En contraste, Colombia ha tenido que enfrentar retos más exigentes, superando a rivales de gran trayectoria. El partido contra Uruguay fue especialmente duro, no solo por el nivel futbolístico del rival, sino por las provocaciones y la violencia que derivaron en la expulsión de Richard Ríos, uno de los pilares del equipo colombiano.

La comunidad colombiana en Miami se prepara para vivir la final con fervor y pasión. El Hard Rock Stadium se teñirá de amarillo, opacando la albiceleste argentina, en un duelo que promete ser vibrante. Colombia sabe que el buen fútbol es su carta de presentación, pero también es consciente de que otros factores pueden influir en el resultado final. La afición deberá ser cautelosa y mantener la compostura ante posibles provocaciones.

Sin embargo, la confianza en el equipo es inquebrantable. Tanto propios como extraños reconocen a Colombia como el mejor equipo hasta el momento en el torneo, el más regular y con jugadores destacados como James Rodríguez, Luis Díaz, Richard Ríos, Jefferson Lerma y Camilo Vargas, por mencionar algunos.

Además, la selección colombiana ha marcado los goles más vistosos del torneo y cuenta con el apoyo incondicional de la afición más numerosa y entusiasta.

A las 9 pm del domingo se sabrá si el trabajo, la dedicación y el esfuerzo de la selección colombiana fueron suficientes para que Colombia levantara la Copa América 2024 y escribiera un nuevo capítulo dorado en la historia del deporte nacional.

viernes, 14 de junio de 2024

Todos contra Santa Fe

El pasado sábado 8 de junio, en un vibrante partido de ida, Bucaramanga se llevó una apretada ventaja de 1-0 sobre Santa Fe. La primera mitad fue un torbellino de emociones, mientras que en la segunda, los locales dominaron con cierto toque de fortuna para Santa Fe, evitando una mayor diferencia.

Este sábado 15 de junio, la contienda se reanuda en El Campín, con los Leopardos liderando por la mínima. Una ventaja que, si bien no es definitiva, podría ser suficiente si la consolidan y amplían durante el encuentro. La fanaticada santafereña, por su parte, anhela que su equipo empate primero y luego logre una diferencia de dos goles para celebrar la victoria.

El encuentro ha generado revuelo más allá de lo deportivo. La invasión de la hinchada de Bucaramanga en el estadio Alfonso López ha traído consigo sanciones, mientras que se denuncian presuntas agresiones a hinchas de Santa Fe. Se espera que el alcalde Galán y el presidente del club cardenal tomen decisiones cruciales en materia de seguridad, tanto antes como después del partido, incluyendo la participación de la hinchada bumanguesa.

El estadio El Campín se teñirá de rojo este sábado, con cerca de 30.000 gargantas alentando fervientemente. Aquellos que no consiguieron entrada o prefieren la comodidad del hogar, seguramente vivirán el partido con bebida en mano, animando a su equipo a conseguir la diferencia necesaria.

Curiosamente, la mayoría de la afición neutral ha mostrado su apoyo a Bucaramanga. ¿Será por su sed de gloria o por la arraigada tradición colombiana de apoyar al menos tradicional? Incluso la prensa ha mostrado cierta inclinación hacia el equipo dirigido por Dudamel. Sin embargo, Santa Fe, fiel a su garra leona, promete desplegar su mejor juego y marcar los goles necesarios para demostrar que su décima estrella podría estar más cerca que el primer campeonato de Bucaramanga.

Se espera que, tanto antes como después del partido, la celebración sea pacífica y prime la alegría, que se destaque el comportamiento ejemplar de las hinchadas. Que el fútbol sea la excusa perfecta para unirnos en un ambiente de sana competencia.¿Quién se coronará campeón?

sábado, 8 de junio de 2024

Santa Fe por el décimo titulo, Bucaramanga por su primera celebración.

Este sábado 8 de junio, cuando el juez central tome el balón en el estadio Alfonso López de Bucaramanga, comenzará una batalla épica entre dos felinos: el Atlético Bucaramanga y el Independiente Santa Fe. Ganadores de sus respectivos grupos en la fase regular, se han ganado el derecho a disputar la final del fútbol colombiano, un evento que ha generado gran expectativa entre sus hinchadas.

Los dirigidos por Rafael Dudamel, conocidos como los "Leopardos", buscarán inscribir por primera vez su nombre en el palmarés del fútbol colombiano. Dudamel, quien comparte apellido y nacionalidad con el famoso director de orquesta Gustavo Dudamel, tendrá la difícil tarea de orquestar la estrategia para conseguir la victoria de su equipo sobre los "Cardenales" y así conquistar el aplauso de su fiel afición.

Por su parte, Santa Fe regresa a una final del fútbol colombiano con la ilusiónintacta, pero también con la cautela de quien ya ha vivido las mieles y las amarguras del triunfo. El técnico argentino Pablo Peirano buscará obtener un resultado favorable en el partido de ida que les permita afrontar con mayor tranquilidad el decisivo encuentro de vuelta en el Estadio Nemesio Camacho El Campín.

Santa Fe llega a esta final con la ventaja de haber mostrado, según parte de la crítica periodística, el mejor fútbol durante todo el torneo. Además, cuenta con una afición comprometida que siempre los ha apoyado, incluso en los momentos más difíciles. Parecía una premonición; más abonados y más concurridas las tribunas cardenales. Para alcanzar la décima estrella en su historia, el equipo se apoyará en el talento y la experiencia de tres jugadores clave:

  • Hugo Rodallega: El veterano delantero ha silenciado las críticas con su entrega y buen fútbol a su regreso al fútbol colombiano.
  • Daniel Torres: Otro jugador experimentado que ha vuelto del fútbol español para brillar en esta nueva etapa con el club, aportando liderazgo y creatividad en el mediocampo.
  • José Manuel Mosquera Marmolejo: Un portero seguro y confiable que se ha convertido en una pieza fundamental del equipo, gracias a sus atajadas y su juego limpio.
El artífice de esta nueva etapa de Santa Fe es el técnico Pablo Peirano, quien ha logrado conformar un equipo equilibrado en todas sus líneas, donde todos trabajan en función del grupo, dejando de lado el lucimiento individual. Este enfoque ha sido fundamental para el éxito del equipo durante todo el torneo.

La afición de Santa Fe no se ha quedado atrás y ha respondido con creces al buen desempeño del equipo. Han acompañado en el Estadio El Campín en cada partido, creando un ambiente formidable que ha impulsado a los jugadores a dar lo mejor de sí mismos. Se espera que el próximo sábado 16 de junio, cuando se dispute el partido de vuelta, la marea albirroja vuelva a inundar el estadio, convirtiéndose en el jugador número doce con sus cánticos de “vamos león….queremos la copa”.

El desenlace de esta final seguramente durará más de 90 minutos, y los hinchas de ambos equipos esperan con ansias presenciar un espectáculo digno de recordar. Uno celebrará por primera vez un título, Santa Fe espera revivir el recuerdo de aquel inolvidable título de 2012, liderado por el legendario 10 cardenal, Omar Pérez. La confianza en una nueva celebración hará que los leones rujan de nuevo con más fuerza que nunca y alcancen la gloria.

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C. E. Pineda Rodriguez

@cepinedar


sábado, 24 de febrero de 2024

Colombia: Entre el desprecio y el orgullo

Es curioso escuchar a compatriotas colombianos que reniegan de su patria con un menosprecio casi admirable ¡O jactarse decir con seguridad: "eso solo sucede en este país"! Uno podría suponer que tal actitud surge de haber nacido por mera casualidad: quizás son descendientes de extranjeros y naturalmente sienten más afinidad por la nacionalidad de sus padres. O tal vez, incluso siendo nacidos en Colombia y provenientes de linajes colombianos, se sienten forasteros en su propia tierra. Quizá hayan pasado unos minutos en tierras extranjeras o, como es típico entre nosotros, simplemente admiran más las cualidades de otras naciones, preferiblemente aquellas "americanas", europeas o asiáticas (¡tal vez japonesas!), pues son consideradas las más desarrolladas, con los intelectuales más prominentes y ciudades ejemplares, aunque también carguen con el poco envidiable récord de mayores tasas de suicidio.

Lo irónico de estos patriotas de ocasión es que, a pesar de sus sátiras, se unen al coro de celebración cuando alguno de los nuestros triunfa en el mundo, ya sea un deportista subiendo al podio más alto. En esos momentos, el fervor patriótico brota de ellos como agua de manantial: se envuelven en la bandera nacional, entonan el himno nacional –aunque sea para criticarlo con disimulo–, o besan el escudo segun estos mismos, desactualizado. Claro, el entusiasmo es algo más contenido cuando el éxito viene de la mano de nuestros científicos, ya sea en la NASA, el CERN, o en el campo de las letras y las artes.

Sin embargo, hay un punto en el que todos los colombianos coincidimos con un rotundo rechazo: aquellos que nos avergüenzan por sus acciones corruptas, especialmente aquellos que ocupan cargos gubernamentales y desfalcan municipios, departamentos o incluso la nación entera. 

Ejemplos abundan, desde los nietos de un dictador de los años 50 hasta los recientes implicados en el escándalo de Odebrecht, pasando por los exgobernadores condenados por desfalcar sus departamentos. Todos ellos, con diferentes nombres y apellidos, comparten una misma característica: la desvergüenza con la que han robado al pueblo colombiano.

Estos desfalcos, desgraciadamente, tienen consecuencias palpables en nuestra vida diaria: calles en mal estado, interminables atascos de tráfico y una sensación generalizada de inseguridad. Son experiencias cotidianas que nos reciben en nuestro trayecto al trabajo o a casa, iniciando nuestros días con una buena dosis de estrés.

Y aunque nuestras quejas son sonoras, cuando llega el momento de las elecciones, allí están ellos, encabezando listas de candidatos, algunos incluso ya bajo investigación por corrupción. Y como nuestra memoria parece ser selectiva, mañana ocuparán un escaño en el Congreso, elevados a la categoría de "honorables congresistas", aunque para llegar hasta allí hayan cambiado de partido y, lo que es peor, de principios.

Pero regresemos al tema del fervor, esa pasión que despierta lo mejor de nosotros. Por ejemplo, cuando salimos de nuestras ciudades, grandes o pequeñas, y nos maravillamos ante la biodiversidad sin igual que nos rodea, aunque a menudo no sepamos conservarla.

Eso sí, hay quienes desprecian la naturaleza. Recordemos los desaciertosde importar pinos y eucaliptos en los años 70, el buchón y la elodea en nuestras lagunas, y la introducción de carpas para intentar solucionar la metida de pata. Toda una infamia a nuestra flora nativa perpetrada por supuestos guardianes del Estado. Además, la deforestación y la contaminación amenazan con destruir aún más nuestro patrimonio natural. Muy a pesar de et, muchos rincones de nuestra geografía nos ofrecen un respiro, un alivio al estrés cotidiano.

Estos son solo algunos de los contrastes de nuestra amada Colombia, una tierra llena de matices. Aunque muchos de sus municipios han logrado resistir la influencia de la cultura del desprecio, atrayendo a aquellos que valoran una vida tranquila y a colombianos genuinamente orgullosos de su identidad, no podemos negar las problemáticas que enfrentamos a diario.

sábado, 3 de febrero de 2024

La trágica transformación de nuestras calles

En épocas pasadas, nuestras calles brillaban como una pasarela de responsabilidad vial. El chaleco reflectivo y el casco eran elementos básicos de moda, desempeñando el papel de guardianes para ciclistas y motociclistas ante posibles contratiempos, tan inesperados como una canción para planchar en la radio. Pero, por supuesto, eso pertenecía al pasado, cuando aún creíamos que la seguridad superaba en importancia al meme más viral. Lamentablemente a diario pierden la vida muchos motocilistas y ciclistas, algo debe cambiar.

La seguridad vial, ese insignificante detalle que solo afecta la vida y el bienestar de quienes circulan por las vías. En Colombia, nos destacamos por nuestra extraordinaria habilidad para ignorar las normas de tránsito y por una conciencia tan baja que necesita un microscopio para ser vista.Antes, las personas se resguardaban con chalecos reflectivos y cascos. Sin embargo, en la actualidad, parece que optamos por jugar a la ruleta rusa con nuestras vidas. ¿Quién necesita precauciones cuando se puede vivir al límite, verdad? ¿Cuándo no hay sanción, si no hay autoridad.?.
Puede ser daltónico, lleva chaleco

La reverencia por las señales de tránsito y semáforos está más de moda que nunca, pero en el sentido contrario. Antes, seguíamos esas normas rigurosamente, pero ahora cada conductor se siente como una estrella que puede ignorar las reglas a su antojo. ¿Semáforo en rojo? "No me están viendo", "soy yo quien se arriesga"; son los pensamientos que pasan por sus mentes. 

Algo de riesgo. la ciclovía libre
Es curioso que los amantes de la bicicleta sean los más rebeldes con las ciclovías. En lugar de usar esas vías asignadas, algunos ciclistas prefieren desafiar al destino en las calles de los automóviles, creando situaciones dignas de un thriller de acción. Y los motociclistas, por supuesto, no se quedan atrás; desafiando límites de velocidad, yendo de un lado a otro, obstruyéndose entre ellos y utilizando las ciclovías como su propia pista de carreras personal.

El auge de las motocicletas, especialmente las eléctricas a las que se les permite utilizar las ciclovías, ¡tienen motor!, ha introducido un emocionante paquete de desafíos en nuestras vías. A medida que la tecnología avanza, nuestra cultura vial retrocede más rápido que el precio del sentido común en una oferta de liquidación. Los motociclistas, en lugar de adoptar medidas de seguridad, parecen haber decidido que la vida es más emocionante cuando se juega en modo extremo.

Es esencial reflexionar sobre la decadencia de nuestra cultura vial, aunque sea entretenido ignorarla, y tomar medidas para revertir esta tendencia que solo debería preocupar a los débiles. Respetar las normas de tránsito y usar equipo de seguridad deberían ser prioridades, pero claro, la adrenalina de vivir peligrosamente también tiene su encanto. Solo así podremos recuperar la cultura vial perdida y garantizar un futuro más seguro, si eso es lo que realmente queremos en nuestras carreteras.

viernes, 5 de enero de 2024

La danza entre la memoria y el olvido: Un viaje desgarrador hacia la identidad perdida

La vida nos presenta un enigma silencioso: la pérdida de la memoria. Un fantasma sutil que erosiona nuestra capacidad de evocar recuerdos antes nítidos. ¿Quién no ha experimentado la frustrante sensación de no recordar el nombre de un rostro conocido?

Un panorama gris en recuerdos maravillosos
Con el tiempo, la confusión se intensifica. Los recuerdos recientes se desvanecen mientras detalles de eventos lejanos resurgen con nitidez. El presente se convierte en un campo minado de incertidumbre, donde cada día comienza con normalidad para terminar en un torbellino de preguntas desconcertantes: ¿Dónde estoy? ¿A quién pertenece este lugar? ¿Por qué sigo aquí? ¿No íbamos a ir mañana? ¿Cuándo podré volver a mi casa? 

Las historias del pasado, tan vívidas en otros momentos, ofrecen un consuelo efímero. Son relatos auténticos en los que participamos, pero que quedaron atrás en el tiempo.

El día puede comenzar con la espera de un familiar que ya no está presente, quizás padres o abuelos, aquellos que ya no comparten este plano, o mencionando sistemas de transporte que han desaparecido.

Las visitas, otrora placenteras, se transforman en odiseas tortuosas. ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué vinieron? ¿Qué trajeron consigo? Antes se anhelaba prolongar la charla después de un día inolvidable, ahora se insta incluso a que se marchen. Una conversación puede resultar molesta, los oídos ya no son tan eficaces, los temas se escapan de nuestro dominio, hasta la noción del tiempo se vuelve difusa.

La mente, como un rompecabezas desordenado, anhela un círculo pequeño y seguro. No obstante, incluso en el calor de los afectos, la conexión con los seres queridos se desvanece, transformándose en un entorno conocido pero a la vez extraño.

La inquietud se instala, alterando negativamente incluso las relaciones más cercanas. Entre rostros familiares, los lazos se desdibujan; el hijo puede pasar del padrino al tío, al padre o al abuelo, las hijas se confunden, solo son amigas, puede mencionarse simplemente como el personal de servicio, en un vendaval de familiaridad desorientada.

La edad, ese viaje inevitable, plantea un desafío desgarrador. El laberinto del olvido se expande, envolviendo la realidad en un tejido de recuerdos difuminados. Y así, la existencia se convierte en una danza entre lo familiar y lo desconocido, entre la presencia y la ausencia, entre el deseo de recordar y el susurro del olvido.

En esta danza, la identidad titubea, los recuerdos se fragmentan y el tiempo se convierte en un torrente incontrolable. Sin embargo, incluso en la neblina del olvido, la esencia humana persiste. El amor, la compasión y la conexión con los demás continúan siendo faros en la oscuridad, guiándonos en este viaje inevitable.


miércoles, 13 de diciembre de 2023

Boyacá destino turistico

Ubicado en el corazón de Colombia, Boyacá se erige como un imán para los amantes del turismo. Este departamento no solo alberga una riqueza natural y cultural excepcional, sino que también ofrece una diversidad de climas y topografías que van desde la majestuosidad casi salvaje hasta desiertos, nieves perpetuas y los lagos más altos de América. Boyacá, sin lugar a duda, se convierte en el destino ideal para aquellos que buscan una experiencia turística única y variada.

Puntos Emblemáticos de Boyacá

Villa de Leyva
Villa de Leyva: Sus calles empedradas, casas coloniales y su imponente plaza central la convierten en un tesoro arquitectónico y patrimonial.

Pozo de Donato -hoy El Pozo de Hunzahúa
Tunja: Capital de Boyacá, es una ciudad rica en cultura religiosa e histórica. Fue capital de la Nueva Granada durante la "Patria Boba". Sus principales atractivos turísticos son la Catedral Basílica Menor de San Francisco, el Parque de la Independencia y el Museo de Arte Religioso.

Ráquira:
Ráquira
Ráquira, un pueblo ubicado en las colinas de Boyacá, Colombia, es conocido por su artesanía en barro. Sus habitantes, herederos de tradiciones milenarias, convierten el barro en obras de arte, dando vida a vasijas, cántaros, y piezas decorativas. La artesanía de Ráquira es una expresión de la creatividad y la destreza de sus habitantes. Las manos habilidosas de los artesanos moldean la arcilla con maestría, dando vida a piezas únicas que son testimonio de la cultura colombiana

Basilica - Chiquinqur
Chiquinquirá, un municipio colombiano ubicado en el departamento de Boyacá, es conocido como la "Capital Religiosa de Colombia". Esta denominación se debe a la devoción que se le profesa a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, una imagen milagrosa que atrae a peregrinos de todo el país y el mundo.

Duitama: Uno de los atractivos de esta ciudad es el Pueblito Boyacense, un parque temático ubicado en Duitama, Colombia. Fue inaugurado en 1995 y está inspirado en la arquitectura tradicional de los pueblos de Boyacá. El parque cuenta con 124 casas, 20 locales comerciales y siete plazoletas. Cada casa representa un pueblo diferente de Boyacá, y los locales comerciales venden artesanías, souvenirs y productos típicos de la región.

Lugares naturales

  • Parque Arqueológico de Sogamoso: Una ventana a la historia precolombina de la región, con vestigios de la cultura Muisca.

  • Laguna de Tota: Esta vasta laguna invita a la relajación y la exploración, ofreciendo actividades como paseos en bote, pesca y senderismo.

  • Puente de Boyacá y Pantano de Vargas
    : Monumento hi
    stóricos que conmemoran las batallas para conseguir la independencia de Colombia.
  • Parque Nacional Natural El Cocuy: Un paraíso para los amantes del senderismo y el montañismo, con majestuosas montañas, glaciares y lagunas de alta montaña.

  • Iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Monguí: Un ejemplo impresionante de la arquitectura colonial.

  • El Museo el Fósil localizado cerca a Villa de Leyva, no solo es un homenaje a la perseverancia de la comunidad local, sino también un portal al pasado remoto, donde los fósiles, custodios silenciosos de una era olvidada, cuentan la historia de antiguos habitantes marinos, cautivando a quienes se aventuran a desenterrar los secretos sepultados por el tiempo en esta región colombiana.

Ampliando el Encanto de Boyacá

  • Climas y Topografías: Boyacá abarca desde climas templados de montaña hasta zonas cálidas de llanura, ofreciendo una gama diversa de paisajes.
  • Paisajes Naturales: Su diversidad ecológica incluye páramos, bosques tropicales y llanuras, dotando a Boyacá de una belleza natural incomparable.
  • Riqueza Cultural: La hospitalidad y la alegría de sus habitantes, junto con sus arraigadas tradiciones, forman parte de la identidad de Boyacá.

La gastronomía boyacense: una fusión de sabores ancestrales y autóctonos

La gastronomía boyacense es una expresión de la riqueza cultural y natural de la región. Sus platos fusionan sabores ancestrales con ingredientes autóctonos, brindando una experiencia culinaria única en Colombia.

Entre sus platos más emblemáticos destacan tres tesoros gastronómicos: el cocido boyacense, las arepas y la longaniza de Sutamarchán.

Cocido boyacense: se trata de un plato robusto confeccionado a partir de una exquisita mezcla de carnes de cerdo, res y pollo, junto con una selección de tubérculos como nabos, chuguas e ibias, complementados con habas y mazorca. La magia de este plato radica en su cuidadoso y lento proceso de cocción, una técnica que permite la fusión perfecta de sabores, dando lugar a un caldo sustancioso y repleto de matices que despiertan los sentidos al paladearlo.

Las arepas son una delicia versátil que acompaña cualquier comida. El maíz, base de estas, se moldea a mano. Ya sean rellenas con queso fresco, acompañadas de hogao o como base para platos típicos, las arepas son una constante en la gastronomía local.

La longaniza de Sutamarchán es una salchicha elaborada artesanalmente con carne de cerdo y especias secretas. Se ahúma lentamente para realzar su sabor característico. Su textura suave y su aroma ahumado la convierten en un manjar imperdible. De camino a Ráquira o Chiquinquirá, se percibirá el aroma, obligando a detenerse.

Cómo Llegar y Desplazarse

El departamento es accesible en autobús, avión, carro, tren o barco, ofreciendo una amplia gama de opciones para todos los presupuestos y preferencias.

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C.E. Pineda Rodríguez
celio.pineda@gmail.com -- @celiopineda