Ritacuba Blanco, Ritacuba Negro, Pan de Azúcar, Pico Puntiagudo, Parque Nacional El Cocuy: todos estos nombres evocan la majestuosa Sierra Nevada del Cocuy, también conocida como la Sierra Nevada de Güicán, dependiendo del municipio en el que nos encontremos. En cualquier caso, nos referimos a uno de los paisajes naturales más impresionantes de Colombia, ubicado en el departamento de Boyacá.
Para llegar a la Sierra desde Bogotá, es necesario recorrer unos 400 kilómetros por la carretera central del norte. El estado de la vía es envidiable hasta Duitama, pero a partir de ahí, algunos tramos podrían mejorar. No obstante, el trayecto se torna más llevadero gracias a los espectaculares paisajes y los pintorescos municipios que se encuentran en la ruta. Las cámaras podrán capturar las imponentes iglesias, que reflejan la profunda tradición católica de Boyacá. Además, una parada en estos municipios permitirá disfrutar de la deliciosa gastronomía local y de la amabilidad característica de los boyacenses.
A medida que avanzamos, observamos cambios notables en la vegetación, que transita desde las características de un clima templado hasta la flora del páramo, donde se destacan los erguidos frailejones. Siguiendo esta misma ruta, podríamos haber llegado al municipio de Cocuy.
Si el punto de partida es el municipio de Güicán, es posible hospedarse en un hotel familiar que ofrece buenas condiciones tanto en precio como en infraestructura. En el hotel también nos orientarán sobre la mejor manera de llegar a nuestro destino, ya sea Ritacuba o, como en nuestro caso, el Púlpito del Diablo y el Pico Pan de Azúcar. Allí mismo nos recomendarán la contratación de un guía, la renta de caballos y hasta detalles menores como el consumo de energéticos.
El recorrido puede iniciarse muy temprano por la mañana, con un suculento desayuno en las laderas de la montaña. A partir de allí, comienza el primer tramo, a caballo. Este tramo, aunque placentero, es arduo y puede resultar incómodo para quienes no están acostumbrados a montar. Durante dos horas, se cabalga entre frailejones, con el viento silbando a los lados y el agua de deshielo que desciende de las montañas, formando bellísimas lagunas.
El segundo tramo comienza tras las indicaciones del guía. Se inicia un ascenso a pie de aproximadamente 2.600 metros. La primera mitad del recorrido es especialmente dura, debido al rápido cambio de altitud, el terreno pedregoso y la inclinación, que en algunos momentos nos hace considerar la idea de regresar. Además, el mal de altura puede afectar a algunos por la disminución de oxígeno en el aire.
Cuando el Púlpito del Diablo y el Pan de Azúcar aparecen ante nosotros, sentimos que todo el esfuerzo ha valido la pena. El frío viento y el suelo pulido por antiguos deshielos nos reciben, mientras nuestras piernas, agotadas, parecen pesar más de lo habitual. Escuchamos el crujir de la nieve bajo nuestros pies y observamos a quienes se atreven a continuar el ascenso hasta alcanzar los 5.120 metros sobre el nivel del mar del Pico Pan de Azúcar. En la región, esta hazaña se conoce como “hacer cumbre”, según nos cuenta Carlos.
Podríamos quedarnos extasiados contemplando el paisaje por más tiempo, pero la realidad nos llama de vuelta.
Con el sol cayendo sobre nuestros rostros y montados nuevamente en nuestros cansados caballos, cerca de las cinco de la tarde, culmina una dura pero fascinante aventura.