miércoles, 20 de agosto de 2014

Condenados a una administración por herencia

Se confirmó, el pasado 7 de agosto los colombianos iniciamos un nuevo  periodo con herederos presidenciales, 4 años más con Juan Manuel Santos Calderón, hijo de Eduardo Santos Montejo y hermano del expresidente Eduardo Santos Montejo. La toma de juramento lo hizo otro heredero del congreso, José David Name del clan Name Terán. En la vicepresidencia, acompaña a la primera magistratura, Germán Vargas Lleras, nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo. El vice tiene cuatro años para que los colombianos "reconozcamos sus logros",  y lo elijamos en el siguiente periodo, seguramente primará su estirpe.

En el equipo de trabajo, el presidente decidió o tuvo que nombrar en Planeación Nacional a uno de los jóvenes delfines: Simón Gaviria, hijo del expresidente Cesar Gaviria Trujillo - quien defendió vehementemente la campaña reeleccionista en su momento más crítico, su trabajo rindió el rédito correspondiente -. Otro más de la tradición y los compromisos políticos, Aurelio Iragorri, nombrado Ministro de Agricultura, hijo de uno los eternos "honorables" senadores y nieto del expresidente Guillermo León Valencia.

Esta relación de administradores del estado con expresidentes no es nada nueva. Atrás en el tiempo, la historia ya se ha repetido. Otras familias aparecieron en el ejecutivo: López, Lleras, Pastrana, y la cuenta llega a 38 presidentes que han tenido alguna consanguinidad.

Pero no solamente en el ejecutivo están nuestros brillantes administradores con parientes en la historia republicana de Colombia. En el Consejo de Bogotá, muchos de los "honorables" concejales son veteranos, ninguno tuvo o no les reconocieron los méritos para asumir la presidencia. En cambio, el joven, Miguel Uribe Turbay, fue nombrado para presidir el Concejo; 25 años, estudiante de pregrado, sin experiencia política - apenas comienza -, ni relacionado con el Concejo. Su "plus": ser nieto del expresidente Turbay Ayala. 

Si hacemos una mirada retrospectiva en las bancadas del poder legislativo, los apellidos se repiten, y no porque sean de los apellidos más comunes del país (los Rodríguez y Gómez), no, esa no es la razón; son hijos, hermanos, nietos, sobrinos y toda vínculo que podamos imaginar. Están relacionados con los Araújo, Char, Name, Guerra; unas de las muchas eternas familias del congreso.

En otros países el tema quizá se repite, eso sí, con menos frecuencia. Por citar solo un ejemplo en la historia reciente de Estados Unidos de América, dos familias han tenido políticos renombrados: la familia Kennedy, con un presidente y senadores; los Bush, padre e hijo, presidentes.

En nuestra Colombia, ¿acaso hemos heredado la tradición de la nobleza española, que independientemente de sus capacidades intelectuales han gobernado por siglos o por lo menos han fungido de tal condición en su nación? La respuesta: las pocas nobles familias colombianas nos administrarán por siempre. En un futuro no muy lejano, volveremos a tener otro presidente Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe de la familia Uribe Vélez, o Uribe de la familia Turbay...

De acompañarnos la suerte, algún día, uno de esta descendencia será reconocido por sus méritos y capacidad para administrar el país, y no por sus genes, lo cual es poco probable. Lo que con certeza seguirá ocurriendo, es que para enmascarar sus ancestros, le ayuden a conseguir el apoyo de su predecesores, que le permitan otorgar favores a su región - que quedan endeudadas y comprometidas políticamente -, con seguridad en detrimento de otras regiones más necesitadas o que utilicen las regalías. En inversiones personales, o como en los últimos tiempos, se haya extendido la suficiente mermelada para endulzar su propias aspiraciones. 

Pese a los innumerables perjuicios causados en toda la geografía colombiana, por ejemplo, los  consumados en nuestra capital Bogotá, por dirigentes ya muy conocidos desde su niñez, los nietos del General Rojas Pinilla - alcalde y senador - que estaban haciendo camino hacia la Casa de Nariño, seguiremos en lo mismo. En poco tiempo olvidaremos y, considerando que "merecen una segunda oportunidad", seguiremos eligiendo a estos delfines y la historia colombiana será muy corta en nombres y en realizaciones.

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domingo, 10 de agosto de 2014

La cultura graffiti, un hobby de alto riesgo

En muchas ciudades hemos pasado de unos muros plagados de publicidad repetida, que invitan a conciertos, nos avisan de fallecimientos, - en la mayoría, sino todos, de desconocidos -,  perros que se buscan;  a otros llenos de colorido, con mensajes sociales, o de proclamaciones de amor, y en muchos más, posiblemente insultantes. A estas pinturas o mensajes, es lo que han llamado, "el arte urbano o graffiti".

El llamado graffiti ha cobrado una inusitada importancia, por el número y por el tamaño de la pinturas o mensajes, plasmados en muros en los que, jóvenes, y
Escenario de Diego Felipe Becerra
mayores,  estampan sus manifestaciones 
. Esa importancia ha sido potenciada por acontecimientos nada deseables de la vida nacional, no por el graffiti mismo, sino por la muerte de algunos de sus representantes. El primero, un bogotano, Diego Felipe Becerra,  muerto hace ya tres años, al parecer, cayó asesinado cerca a una de sus obras. Por ahora la trama con la que se encubrió el crimen, no ha logrado desvelarse completamente. El segundo Israel Hernández, muerto por el uso desmedido de la fuerza policial, era un joven colombiano residente en Miami. Las autoridades policiales presentes han intentado justificar la muerte, la razón, fue sorprendido,  - el 6 de agosto de 2013 - pintando graffitis en una pared exterior de un local abandonado de Mc Donalds en Miami Beach. El caso no se ha podido cerrar,  la policía no ha aportado lo que le corresponde. Un tercero, Justin Bieber, cantante canadiense, que a su paso de trabajo por Bogotá, fue autorizado para fungir de miembro de esta cultura, su intención llamar la atención a toda costa, hizo unos graffitis en la calle 26, por equidad con los graffiteros colombianos, han sido borrados, al final su logro, una muerte artística.
Gritos por la justicia
Bogotá puede ser una de las ciudades colombianas donde más se ven los graffitis. Pero ¿dónde surge la expresión?, el diccionario Oxford la define como: escribir o hacer dibujos garabateados, rayando o rociado pinturas ilegalmente en una pared u otra superficie en un lugar público.
Para el diccionario del arte, el término es aplicado a una disposición de marcas, que desde la institucionalidad son ilícitas, en las que ha habido un intento de establecer algún tipo de composición coherente: esas marcas son hechas por un individuo o individuos (en general nos son artistas profesionales ) sobre una pared u otra superficie que suelen ser visibles al público (1), sin embargo el origen se remonta a los años 60 en New York, el primer "artista" del graffiti firmaba TAKI 183 (2), un joven mensajero de nombre Demetrius que pintaba su firma en los sitios donde hacia sus entregas, a partir de ahí, otros lo imitaron.

Los que siguieron a este neoyorquino, hoy por hoy, se les ve "armados" con un aerosol, vestidos en sudadera con capota y visera, prendas necesarias para ocultar su identidad, habrá algunos que se amparan en la oscuridad de la noche, otros más, la soledad de los muros, o las construcciones abandonadas, lo común, sus diseños bajo el brazo, en un colorido cuaderno.
Av. Ciudad de Cali- Cerca Juan Amarillo
Los graffitis, en general no se ciñen por reglas artísticas, expresan la libertad del autor, por esto, algunos son verdaderamente complejos y otros, frases muy sencillas, en muchos casos expresan; gritos de violencia, en otros; afecto, en muchos más; una forma de hacer oposición.

Las obras que pintan, muchas sino todas, han sido pintados sin obtener los permisos, cargadas de la adrenalina que produce lo prohibido. Tener una autorización haría que se caiga en el muralismo.

Templo Copacabana - Bolivia
La fuerte influencia que han logrado en las ciudades ha hecho que entre los mismos graffiteros, respeten sus creaciones, el público consciente que es casi imposible contener el movimiento, ya no los borran con pintura, u otros, como la Iglesia de Copacabana de Bolivia,- noroccidente bogotano - permitieron pintar uno, que hace un homenaje a la belleza y gracia de la mujer,  la curia estaba llena de otros tantos dibujos que denotan suciedad y  superpuestos.

Av. Cali, cerca al humedal Juan Amarillo
En otros han permitido que los particulares diseños arquitectónicos de algunos sectores de Bogotá, se mezclen con las formas, colores y diseños.


Tunja-cerca al Poso de Donato
Al recorrer los temas de los graffitis pueden ir desde el incoformismo, hasta los gritos de lucha, esto cuando se evidencia alguna temática explicita. En otros la complejidad en el diseño parece ser la idea a seguir del artista urbano, en otros la imaginación cuando se pintan mundos que solo existen en el pensamiento del creador, animales mitológicos o una mezcla de mundos, que solo con una explicación del graffitero podría entenderse.

El impacto ha ido tanto en aumento, que en un evento que congrega a los lectores bogotanos, la Feria del Libro de 2011 los invitó a pasar del anonimato al reconocimiento popular, asignándoles espacios para que se reconozcan sus diseños: muestraron sus técnicas, procuraron que les comprendiera la complejidad y sin la presión de la clandestinidad, bajo un aerosol rápido y seguro, sus obras fueron apareciendo y la admiración expresada en los rostros del público.

Como quiera que sea, muchos colombianos, detenemos nuestras miradas desde el transporte público, los trancones, o simplemente desde la caminata casual, apreciando en muchos casos, en otros despreciando, y con seguridad, muchos más con indiferencia.

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1.-Graffiti Definition: The Dictionary of Art . Disponible en: http://www.graffiti.org/faq/graf.def.html
2.-Historia del Graffiti. Disponible en: http://magotwo.ohlog.com/el-arte-del-graffiti.oh39682.html