Colombia avanzó a la siguiente ronda de la Copa América Centenario pese a la derrota 3 a 2 frente a Costa Rica, Colombia también cedió el primer puesto con una apuesta atrevida o con menosprecio por el rival.
Para enfrentar al ya eliminado Costa Rica, la afición, la prensa y los ocasionales que ven fútbol, entendían que habrían cambios: unos por necesidad y otros más porque hacía falta darle minutos principalmente a los jugadores de la renovación de la selección.
Se tenía en mente que a James Rodríguez se le darían descanso luego no solo del sacrificio ante Paraquay, sino de la lesión que había tenido, una situación similar era la Cristian Zapata, debería ser reemplazado por un golpe en el tobillo, y tal vez un cambio más, pero lo que no se esperaba era que los once fueran "nuevos".
Aun con todos los cambios, la confianza de la afición en su selección permaneció, uno por el deseo de triunfar y otro por que se entendía que si fueron convocados a la selección, en cualquier momento podían jugar.
Las consecuencias de la decisión técnica aparecieron desde el primer minuto: algo de nerviosismo, posiblemente porque son jugadores muy jóvenes (son de la selección olímpica 2016), y tal vez un compromiso superior al mismo deseo de jugar. Al frente jugadores de experiencia: aun cuando era su último partido en la Copa América Centenario, lo enfrentaba con la misma seriedad que el amistoso más fácil. Resultado; no se habían jugado dos minutos y ya Costa Rica ganaba.
Para los que más saben de fútbol, lo que estaba pasando no era sorpresivo, ya Colombia había mostrado debilidades, ganando con los titulares.
Los jugadores trataron de sobreponerse consiguiendo un empate provisional, pero los problemas no se solucionaron, al equipo le faltaba un conductor, a los delanteros no les llegaban balones, dábamos ventaja en defensa, en la mitad; en otras palabras en ningún sector del campo se podía encontrar claridad. Los costarricenses conscientes de nuestra situación aumentaron la ventaja, dos goles más, ya el tema era un poco humillante.
Pasado el chaparrón de la primera parte, el director técnico Pekerman debía enmendar el error, ingresó a James Rodríguez y Edwin Cardona, sin embargo la situación no parecía cambiar, el problema era mayor; un cambio más, entró Juan Guillermo Cuadrado, y por esa vía se consiguió mejorar, al final insuficiente, los tres cambios sirvieron para hacer un gol más y que el equipo saliera cabizbajo.
Obviamente las preguntas surgieron: menospreciamos al rival?, creímos que con nombre les ganábamos?, la juventud y la renovación sería capaz triunfar independiente de quien estuviera al frente?
Creo que todos coinciden en que dábamos por descontado que un rival eliminado podría ser derrotado de cualquier manera, la realidad fue otra, como de inmediato apareció en el campo, realidad que nos hizo evocar el recuerdo de lo sucedido en Londrina, "solo un desastre nos podía sacar de la olimpiada y pasó, por fortuna anoche ya estábamos clasificados, eso sí regalamos el primer puesto.
Después si lo que se quería era probar todo un equipo, ese no era el momento ni el lugar, los campos de entrenamiento y los amistosos resultan mejor y se exponen menos a la crítica.
La afición tampoco se puede decir tan radical diciendo que los jugadores fueron inferiores a la confianza; si están ahí es porque los juzgamos los mejores en sus posiciones, pero los once que salieron anoche están en etapa de acoplamiento a una estructura; eso fue lo que mostraron.
Como lección y sin olvidar otras, debe tenerse en cuenta la tan trillada expresión de los jugadores, "no hemos ganado nada, vamos a respetar al rival", y a partir de esa misma expresión agregar que la afición también merece respeto.
Celio E. Pineda Rodríguez
Twitter: @celiopineda