domingo, 10 de noviembre de 2024

Entre aguas turbias y solidaridad: crónica de un caos en la Autopista Norte

Desde el 13 de noviembre de 1985 no había vivido un evento con tanta tensión. En aquella ocasión fue la avalancha del Nevado del Ruiz, que se llevó a más de 23 mil personas. Hoy, esa angustia volvió a instalarse en mí, esta vez por otro desastre natural: una inundación en la Autopista Norte, entre las calles 190 y 222. Lo que experimentamos fue un reflejo de la inoperancia de nuestras autoridades distritales, e incluso de quienes ostentan los más altos cargos en nuestra querida república. No obstante, en medio del caos, también hubo un lado positivo: conocimos a personas que, de no ser por este suceso, jamás habríamos cruzado en nuestras vidas. Gente que ofreció su ayuda desinteresadamente, conformándose con un simple "gracias" como recompensa, lo cual fue una grata sorpresa en un día tan difícil.

El día comenzó como cualquier otro. Me levanté a las 4 a.m. con la radio encendida y me permití unos minutos de pereza, aprovechando que no tenía restricción vehicular. Salí de casa a la hora de siempre, encontrándome con el tráfico habitual. El horizonte se teñía de un tono rojizo, pero no le di mayor importancia. Sin clases presenciales por la salida de campo de mis alumnos, aproveché para dar indicaciones finales a algunos sobre sus proyectos. Luego, me sumergí en un curso virtual, seguido de una reunión online por la tarde. Al terminar mis obligaciones, llené un formulario crucial para mi vida y, con el día laboral cerrado, me dispuse a salir en mi carro, como de costumbre.

La lluvia de esa tarde parecía inofensiva al principio, solo una más de las tantas que mojan la ciudad. Pero al acercarme a la Autopista Norte, noté que la vía ya estaba encharcada y llena de huecos, algo que, siendo sinceros, es lo normal por aquí. Apenas avancé unos 100 metros sobre la autopista cuando nos quedamos todos atascados en un monumental embotellamiento. Lo que comenzó como una simple fila de autos pronto se transformó en un caos total. 

Lo primero que llamó mi atención fue ver cómo las motos invadían la ciclovía, buscando desesperadamente algún escape. La inundación no tardó en llegar; en cuestión de minutos, la vía se anegó y pronto no hubo más opción que abandonar los vehículos. Solté algún improperio cuando el agua me alcanzó "hasta la cintura" (aunque, siendo honestos, a otros quizás no tanto), lo cual tampoco dice mucho, considerando mi baja estatura. Para colmo, el agua estaba en un estado deplorable. Ya a salvo en la orilla, me encontré con Laura, una colega de la UDCA, que también estaba viviendo la misma odisea. Fue entonces cuando recibí la primera sorpresa positiva de la noche: su familia, que llegó al rescate, nos ofreció algo de comida y bebida. Un gesto sin duda muy grato en medio del caos.

A partir de ahí, el panorama fue de una solidaridad improvisada que, aún en la adversidad, dejó una impresión imborrable. La Cruz Roja, el cuerpo de bomberos, un grupo de altruistas en vehículos 4x4 y botes inflables se movilizaron para rescatar a niños y personas con movilidad reducida habían quedado atrapados en rutas escolares o que también habian tenido que abandonar su carros. 

La ciclovía se convirtió en una vía de emergencia para cuatrimotos, buggies y otros vehículos especiales que ayudaban en los rescates. Mientras tanto, dos helicópteros sobrevolaban la zona, sin que entendiera su propósito; desde abajo, parecía que con un solo sobrevuelo habría sido suficiente para evaluar la situación. Quemaron combustible inútilmente cuando la verdadera ayuda debía llegar por tierra, o mejor dicho, por el río improvisado en que se había convertido la autopista.

Hacia las once de la noche, cuando el nivel del agua empezó a bajar, comenzaron a remolcar los vehículos. Muchos con certeza la electrónica destrozada. Sin embargo, los más grandes —buses del SIT, volquetas y tractomulas— encendieron sin problema. Los voluntarios en sus todoterrenos, coordinando con bomberos y la Cruz Roja, se convirtieron en los héroes de la noche, dando instrucciones, enganchando carros y empujando con una energía inagotable. Logré llegar a la calle 198, donde, después de casi 10 horas en el frío, tomé mi primera bebida caliente. Creí que la hipotermia se apoderaría de mí, pero al menos un cigarro (sí, mal hábito, lo sé) me devolvió algo de calor.

Con la ayuda de un mayor de la policía, transferí el pago al conductor de la grúa, quien finalmente me permitió dejar el carro en un parqueadero para que el seguro lo tomara en custodia y realizara las evaluaciones correspondientes. Mi última sorpresa, y esta vez positiva, fue que los oficiales de policía se ofrecieron a llevarme hasta casa. No me hice rogar; a las 3:30 de la mañana del 7 de noviembre, por fin llegué. Un baño era necesario después de haber estado expuesto al agua contaminada del caño de la Autopista Norte. Luego, una taza de leche caliente con un toque de café, y a dormir.

Esta noche fue más que una prueba de paciencia; fue un recordatorio de lo que significa mantenerse en pie ante la adversidad. No se trató solo de cruzar una autopista convertida en río, sino de comprender que, a pesar de las fallas sistémicas de quienes administran nuestra ciudad, seguimos adelante. Al final, no sé si mi auto volverá a encender, pero sí sé que experiencias como esta nos enseñan que, aunque estemos a la deriva, siempre existen formas de encontrar un camino seguro, incluso si es gracias a la ayuda desinteresada de manos desconocidas.

martes, 10 de septiembre de 2024

El costo ambiental de nuestros placeres: La Contaminación oculta detrás de bebidas y alimentos

En un mundo donde el placer y la gratificación instantánea dominan nuestros hábitos de consumo, productos como las bebidas carbonatadas, los licores y el pan son parte importante de nuestra cultura. Sin embargo, detrás de la efervescencia de una gaseosa y el brillo de un licor, se esconde un problema cada vez más alarmante: la contaminación.

Las bebidas carbonatadas; cervezas, vinos espumosos, por ejemplo, emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2). La producción de refrescos y bebidas gaseosas contribuye a las emisiones de CO2 anualmente. Esto está respaldado por investigacines que examina las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas con varias bebidas, incluidos los refrescos (La cadena alimentaria contribuye a una parte sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero). Desde la extracción del azúcar hasta el envasado y transporte, cada paso del proceso genera gases de efecto invernadero.

Los licores, considerados un lujo para el placer, también tienen un impacto ambiental considerable. La producción de bebidas destiladas como el whisky y el vodka requiere la fermentación de grandes cantidades de granos o vegetales, generando emisiones significativas de CO2 en su fermentación. Además, su transporte global aumenta aún más su huella de carbono (huella de carbono de las bebidas alcohólicas).

El pan, alimento básico en muchas culturas, también contribuye a la contaminación. La industria panificadora, dependiente de la agricultura intensiva y la producción masiva de harina, libera enormes cantidades de CO2 (el pan y su proceso de elaboración). Desde la deforestación para expandir los campos de trigo hasta el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas, hasta la leudación, cada paso en la cadena de suministro del pan contribuye a la crisis climática.

Incluso la producción de alcohol carburante, considerada una alternativa más "verde" a los combustibles fósiles, tiene su propio impacto ambiental, se produce CO2 además del alcohol en la fermentación por levaduras (impacto ambiental de la producción del acohol).  Aunque podría reducir las emisiones de CO2 al reemplazar los combustibles convencionales, la producción a gran escala de biocombustibles enfrenta desafíos como la deforestación y la competencia con la producción de alimentos.

En conjunto, estas industrias alimentan un ciclo de consumo insostenible que amenaza la salud del planeta. Mientras las cifras de emisiones continúan aumentando, es crucial reconocer el verdadero costo de nuestros placeres y trabajar hacia un futuro más sostenible, donde el disfrute humano no se logre a expensas del medio ambiente. La borrachera por la producción de CO2 que embriaga a nuestro planeta debe dar paso a una sobriedad ecológica que permita su recuperación y preservación para las futuras generaciones

Las industrias de bebidas carbonatadas, licores, pan y alcohol carburante son grandes emisores de CO2. Es esencial que adopten prácticas más sostenibles para reducir su huella de carbono y ayudar a mitigar el cambio climático. Sin un compromiso real, seguiremos disfrutando de nuestros placeres mientras el planeta paga la factura.



lunes, 9 de septiembre de 2024

Rompiendo barreras: el poder del deporte paralímpico y el camino hacia una verdadera inclusión

Una cosecha de medallas que superó todas las expectativas, demostrando el inmenso talento de nuestros atletas paralímpicos en París 2024. Fueron veintiocho medallas: siete de oro, siete de plata y catorce de bronce, obtenidas entre más de 4400 deportistas de 185 Comités Paralímpicos Nacionales. Un logro extraordinario que resonó con fuerza en el corazón de todos los aficionados al deporte. Estos atletas, verdaderos héroes, no solo alcanzaron los podios, sino que también batieron récords mundiales y olímpicos, evidenciando que la discapacidad no es un límite, sino una oportunidad para la excelencia.

No obstante, a pesar de esta hazaña deportiva, la cobertura mediática fue insuficiente, al igual que el reconocimiento institucional. Surge entonces una pregunta inquietante: ¿por qué estos gigantes del deporte no recibieron la misma atención que otros atletas? ¿Por qué no se desplegaron equipos de periodistas para contar sus historias y transmitir la emoción de sus triunfos? ¿Acaso no merecen el mismo respeto y admiración?

Como sociedad, nos enorgullecemos de promover la inclusión y la equidad. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Nuestros espacios públicos, diseñados en su mayoría para personas sin discapacidad, aún presentan barreras arquitectónicas que limitan la movilidad de muchos de estos atletas. ¿Cómo podemos conciliar esta contradicción?

Los Juegos Paralímpicos nos han mostrado que el deporte tiene el poder de unir a las personas e inspirar a millones. Es momento de que la sociedad en su conjunto reconozca y valore el esfuerzo, la dedicación y las victorias de estos atletas excepcionales. Solo así podremos construir un mundo verdaderamente inclusivo.

Más allá de los logros obtenidos en las competencias, los sueños que cada atleta albergaba al competir iban más allá de las medallas: el deseo de tener una casa, brindar bienestar a sus familias, y superar desafíos personales. Estos sueños son mucho más grandes que cualquier himno nacional. Cuando regresen a casa, esperamos que esos sueños no se desvanezcan y que todas las promesas que se les han hecho se materialicen. Que se cumpla aquello de "soñar despierto" y que con renovada esperanza inicien un nuevo ciclo rumbo a Los Ángeles 2028.

domingo, 11 de agosto de 2024

París 2024: Luchando por la Supervivencia en el Escenario Deportivo

Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos recordarán, de forma irónica: que un deporte en el que Colombia rara vez se destaca, la gimnasia, encontramos nuestra primera medalla. Ángel Barajas, un cucuteño de tan solo 17 años, logró arrancarnos una sonrisa con su brillante rutina, subiendo al podio con la medalla de plata. Este logro inesperado fue seguido por otras preseas plateadas de Yeison López en la categoría de 89 kg y Mari Leivis Sánchez en los 71 kg. El broche final lo puso Tatiana Rentería, quien, con un esfuerzo titánico en la lucha estilo libre de 76 kg, nos recordó que detrás de cada medalla hay una batalla personal sin igual.

La Olimpiada, cargada de emociones desde el primer día, nos llenó de esperanzas con nuestras guerreras del fútbol, arqueros, judokas y boxeadores. Sin embargo, los resultados no estuvieron a la altura de las expectativas. La cosecha de medallas no se comparó con la de Tokio, y mucho menos con el punto más alto alcanzado en Londres 2012. El desempeño en la capital francesa dejó un sabor agridulce en los corazones colombianos.

Nuestros atletas llegaron a París con la misma determinación y espíritu que los caracteriza. Mariana Pajón, la reina indiscutible del BMX, intentó añadir otro triunfo a su legendaria carrera, pero el podio esta vez le fue esquivo. Junto a ella, otros veteranos buscaron una última hazaña antes de despedirse del deporte, pero la competencia fue feroz y, aunque lo dieron todo, los resultados no los acompañaron.

Por otro lado, emergieron jóvenes promesas como Ángel Barajas. Siendo realistas, nuestras expectativas en gimnasia no eran altas; este deporte, dominado por chinos, japoneses, coreanos y estadounidenses, rara vez nos permite soñar. Y, claro, también estaban aquellos que apenas lograron las marcas mínimas para clasificar. A pesar de su entusiasmo y esfuerzo, sus registros aún distan mucho de los mejores del mundo. Sin embargo, su participación en París 2024 les brindó una valiosa experiencia que, sin duda, será fundamental para su crecimiento.

En muchos deportes, nuestros atletas se midieron con la élite mundial, lo que hizo aún más difícil la posibilidad de ganar una medalla. El tiro con arco, por ejemplo, es un dominio casi exclusivo de los coreanos. En otras ocasiones, la fortuna simplemente no estuvo de nuestro lado; detalles minúsculos y decisiones arbitrales marcaron la diferencia entre la gloria y la derrota.

No podemos reprochar a nuestros deportistas por los resultados. Ellos pusieron todo su esfuerzo y dedicación en cada competencia. Quizás el lunar más notorio fue el caso del ciclista Fernando Gaviria, quien aceptó participar a sabiendas de que no era parte del ciclo olímpico, en detrimento de Juan Esteban Arango, quien había contribuido más para conseguir el cupo olímpico. Pero este desempeño general nos invita a reflexionar sobre el apoyo y la estructura que nuestros atletas necesitan desde el comienzo de sus carreras.

Si queremos que Colombia vuelva a brillar en el medallero olímpico, necesitamos un cambio profundo en la forma en que apoyamos a nuestros deportistas. No se trata solo de prepararse para Los Ángeles 2028, sino de un compromiso constante desde las primeras etapas de formación. Las escuelas deportivas deben contar con tecnología de punta, entrenadores capacitados, nutricionistas y psicólogos. Además, es vital que los atletas reciban compensaciones adecuadas que les permitan llevar una vida digna, tanto para ellos como para sus familias.

Es fundamental que cuenten con seguros que los protejan en caso de lesiones, para que puedan continuar con una vida plena y productiva. La formación deportiva debe ir acompañada de una educación profesional sólida, de modo que, al concluir su carrera deportiva, puedan llevar una vida digna y contribuir a la formación de futuras generaciones de atletas.

Es evidente que la dirigencia también tiene una gran cuota de responsabilidad en estos resultados. Han pasado cinco años desde la creación del Ministerio del Deporte, y lo único que parece haber crecido es la burocracia: ministro, viceministros y un sinfín de personal que desvía recursos esenciales del deporte. Como siempre, la delegación colombiana parecía más numerosa en dirigentes que en atletas. Y para colmo, ahora han reducido los recursos destinados al deporte, mientras promulgan que los jóvenes deben hacer actividades que conduzcan a la salud física y mental. Una contradicción evidente.

Si aspiramos a mejorar, el camino no será sencillo, pero París 2024 nos deja muchas lecciones. No solo debemos clasificar con más deportistas, sino mejorar sus marcas. Nuestros atletas ya tienen las cualidades necesarias: son valientes, dedicados y talentosos. Con el apoyo adecuado, pueden alcanzar grandes logros y devolverle a Colombia el lugar que merece en el panorama olímpico mundial. Ahora, más que nunca, es el momento de invertir en nuestros jóvenes y brindarles las herramientas necesarias para que puedan brillar en Los Ángeles 2028 y más allá.

Colombia puede y debe soñar con un futuro olímpico lleno de éxitos. Esta es la oportunidad para renovar nuestro compromiso con el deporte y con los atletas que nos representan con tanto orgullo en el escenario mundial.

sábado, 27 de julio de 2024

Crisis láctea en Colombia: Desbordamiento de importaciones y costos exorbitantes ahogan a los productores locales

Hoy día, los productores de leche en Colombia viven una incertidumbre sin precedentes. Los costos se han disparado, los precios de la leche cruda han bajado, el consumo ha disminuido y las importaciones han inundado el mercado. ¿Será que el Ministerio de Agricultura hará algo? ¿Los gobernadores se interesarán por el problema? Quizás los productores tendrán que autofinanciarse ayudando a los productores de derivados a vender sus productos.

La crisis del sector lácteo en Colombia ha sido un tema de creciente preocupación debido a sus múltiples implicaciones económicas y sociales. Las razones de la crisis láctea son variadas. La creciente importación de productos lácteos, especialmente leche en polvo y otros derivados, ha incrementado la competencia en el mercado. 

En el primer semestre de 2022, las importaciones de productos lácteos alcanzaron 45,974 toneladas, un aumento del 50.2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Esto ha llevado a una presión adicional sobre los precios que se pagan a los productores locales, quienes enfrentan dificultades para competir con precios más bajos de productos importados. La llegada masiva de productos lácteos importados, en gran parte debido a tratados de libre comercio (TLC) con países como Estados Unidos, ha afectado la producción nacional. Los productores locales han reportado una disminución en la demanda de su leche, lo que ha llevado a un aumento en el desperdicio de leche y a la quiebra de pequeños y medianos productores.

Aunque existen contingentes arancelarios que limitan la cantidad de productos lácteos que pueden entrar sin arancel, estos se están reduciendo gradualmente. Para 2024, se espera que los contingentes se eliminen por completo, lo que podría abrir aún más las puertas a las importaciones y agravar la situación de los productores locales.

 

La caída en el consumo de productos lácteos ha llevado a una disminución en los precios que se pagan a los productores. Felipe Pinilla, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche (Analac), ha señalado que el consumo se ha visto afectado, lo que ha llevado a los compradores a reducir los precios pagados a los productores, afectando su rentabilidad. En regiones como Boyacá y Santander, los productores han tenido que derramar grandes cantidades de leche debido a la falta de compradores. Se estima que se están perdiendo más de 50,000 litros diarios, lo que no solo representa una pérdida económica, sino que también podría utilizarse para combatir la desnutrición en áreas vulnerables.

El incremento en los costos de insumos, como la urea y el transporte, ha encarecido la producción. Los productores afirman que estos costos han hecho que el negocio sea inviable, lo que contribuye a la crisis en el sector. Aproximadamente el 50% de la producción láctea en Colombia es informal, lo que complica aún más la situación. La informalidad limita la capacidad de las industrias formales para comprar y procesar leche, aumentando la crisis.

Para revertir la crisis láctea, es necesario explorar nuevas tecnologías, modelos de negocio y canales de distribución que permitan agregar valor a los productos lácteos y fortalecer la competitividad del sector.

Es esencial implementar campañas que promuevan el consumo de productos lácteos, especialmente en programas de alimentación escolar. Esto podría ayudar a aumentar la demanda y estabilizar los precios. Organizar ferias y ruedas de negocios puede facilitar la conexión entre productores y consumidores, reduciendo la intermediación y mejorando las condiciones de venta para los ganaderos

Se requiere un compromiso del gobierno para establecer políticas que apoyen a los productores, incluyendo subsidios y programas de capacitación para mejorar la productividad y la formalización del sector. Además, tienen un gran mercado potencial en los programas de alimentación escolar (PAE), haciendo contratos directamente con los productores de leche y usando mecanismos como la maquila para entregarla en condiciones óptimas a los niños de los colegios. Seguramente, es una oportunidad para brindar leche o derivados a los niños que por su condición económica no pueden consumirlos.

En esto pueden contribuir los gobernadores y los alcaldes organizando lo que haga falta para motivar a los consumidores, no solo para que compren sino que contribuyan en algo para solucionar el problema. Posiblemente, tengamos que cambiar un poco los hábitos de consumo, como sustituir la carne como fuente de proteína por queso, una gran fuente de proteína y calcio.

Es fundamental mejorar la articulación entre los diferentes actores de la cadena láctea, desde los productores hasta las industrias procesadoras, para asegurar un flujo adecuado de productos y precios justos. Invertir en infraestructura y tecnología para la producción y distribución de leche puede mejorar la eficiencia y reducir costos, beneficiando a los productores y consumidores por igual.

A manera de conclusión, se podría decir que la crisis del sector lácteo en Colombia es un problema complejo y múltiples causas. La creciente competencia de las importaciones, la disminución del consumo interno y el aumento de los costos de producción han llevado a una situación crítica para los productores nacionales. La informalidad del sector y la falta de políticas gubernamentales adecuadas han agravado la situación. Las consecuencias de esta crisis son significativas: pérdida de ingresos para los productores, desperdicio de alimentos y un impacto negativo en la seguridad alimentaria. Para superar esta situación, se requiere un enfoque integral que incluya la promoción del consumo de productos lácteos nacionales, el apoyo a los productores a través de políticas públicas, la formalización del sector y la mejora de la articulación entre los diferentes actores de la cadena de valor. Es urgente que el gobierno, los productores y los consumidores trabajen en conjunto para encontrar soluciones sostenibles a esta crisis.

jueves, 25 de julio de 2024

Entre medallas y escándalos: La Crisis de Valores en el Deporte Moderno

 El 26 de julio se enciende el pebetero olímpico para dar inicio oficial a la Olimpiada París 2024. Poco más de 10 mil atletas de más de 200 países intentarán conseguir una medalla, todos bajo el lema "Citius, Altius, Fortius", que significa "Más rápido, más a

lto, más fuerte". Claro, esto suena muy noble, pero vamos a ver cómo se traduce la teoría en la práctica.

Citius (más rápido): La velocidad y la agilidad se relacionan con la perseverancia y la disciplina. ¡Qué inspirador! Aunque, en realidad, se trata más de quién puede soportar más dolor en los entrenamientos interminables.

Altius (más alto): Simboliza la ambición y la superación de límites. Esto suena bien hasta que nos damos cuenta de que también significa que los atletas están dispuestos a hacer cualquier cosa para ganar, incluso si eso implica sabotear a sus compañeros de equipo.

Fortius (más fuerte): Representa la fuerza y la determinación. Valores como el coraje y la capacidad de superar obstáculos son admirables, excepto cuando se traducen en trampas descaradas y juegos sucios.

Tradicionalmente, el deporte se ha visto como un medio para promover valores como el respeto y el trabajo en equipo. Sin embargo, la realidad es que hemos visto de todo menos eso. Desde deportistas que traicionan a sus compañeros para ganar un contrato mejor, hasta ejemplos icónicos de falta de ética como el famoso gol de Maradona conocido como "La Mano de Dios".

Luego está el partido de repesca para el Mundial de Sudáfrica 2010, donde Thierry Henry claramente usó la mano para ayudar a Francia a clasificar. Y, por supuesto, las simulaciones en el fútbol son tan comunes que ni siquiera nos sorprenden ya.

El Mundial de Qatar 2022 también tuvo su momento de controversia con un penal dudoso a favor de Argentina. ¿Era realmente falta? Muchos expertos dirían que no, pero ¿a quién le importa, ¿verdad?

Fuera del campo, las cosas no mejoran. La corrupción está en todos los niveles del deporte, desde los jugadores hasta los dirigentes: Bedoya, Blatter, Rubiales, Platini y un interminable etc. Arreglos de partidos; Juventus de Turin, apuestas ilegales y manipulación de resultados son solo algunos ejemplos. Incluso los aficionados juegan su parte con actos violentos y vandálicos; 125 personas muertas en el estadio del Arema FC.

¿Qué causa todos estos comportamientos negativos? La presión por ganar, el dinero y la fama, la falta de educación en valores, y el mal ejemplo de los deportistas de élite.

Para recuperar los valores del deporte, se necesita un esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados: los deportistas deben comportarse de manera ejemplar, los entrenadores deben educar en valores, los dirigentes deben imponer sanciones claras, los aficionados deben comportarse respetuosamente, y los medios de comunicación deben informar de manera objetiva.

Sí, la recuperación de los valores del deporte es un proceso lento y complejo, pero absolutamente esencial para que el deporte siga siendo algo que realmente promueva la salud, la educación y la integración social. 

El 11 de agosto la llama olímpica se apagará, entonces resolveremos la pregunta: ¿Cuál fue el balance, se destacó al menos la hermandad y el respeto?

sábado, 13 de julio de 2024

El sueño americano: Colombia a un paso de la Copa América 2024

13 de julio de 2024: La tensión se palpa en el aire. Un cosquilleo de emoción recorre cada rincón de Colombia, desde las montañas hasta las costas, y se extiende más allá de las fronteras, contagiando a la comunidad colombiana en Estados Unidos. Mañana, 14 de julio, la historia se escribirá en el Hard Rock Stadium de Miami, Florida, cuando Colombia se enfrente a Argentina en la final de la Copa América 2024.

La ilusión de levantar la copa ha crecido con cada victoria de la selección colombiana durante el torneo. Su desempeño impecable, dejando en el ca
mino a selecciones de la talla de Brasil, Uruguay y Paraguay, ha despertado la esperanza de un pueblo que anhela celebrar un título continental desde 2001.

La Copa América 2024 ha sido un torneo lleno de sorpresas y emociones. El VAR ha generado controversia, pero no ha impedido que Argentina llegue a la final con paso firme, sorteando un camino relativamente cómodo.

En contraste, Colombia ha tenido que enfrentar retos más exigentes, superando a rivales de gran trayectoria. El partido contra Uruguay fue especialmente duro, no solo por el nivel futbolístico del rival, sino por las provocaciones y la violencia que derivaron en la expulsión de Richard Ríos, uno de los pilares del equipo colombiano.

La comunidad colombiana en Miami se prepara para vivir la final con fervor y pasión. El Hard Rock Stadium se teñirá de amarillo, opacando la albiceleste argentina, en un duelo que promete ser vibrante. Colombia sabe que el buen fútbol es su carta de presentación, pero también es consciente de que otros factores pueden influir en el resultado final. La afición deberá ser cautelosa y mantener la compostura ante posibles provocaciones.

Sin embargo, la confianza en el equipo es inquebrantable. Tanto propios como extraños reconocen a Colombia como el mejor equipo hasta el momento en el torneo, el más regular y con jugadores destacados como James Rodríguez, Luis Díaz, Richard Ríos, Jefferson Lerma y Camilo Vargas, por mencionar algunos.

Además, la selección colombiana ha marcado los goles más vistosos del torneo y cuenta con el apoyo incondicional de la afición más numerosa y entusiasta.

A las 9 pm del domingo se sabrá si el trabajo, la dedicación y el esfuerzo de la selección colombiana fueron suficientes para que Colombia levantara la Copa América 2024 y escribiera un nuevo capítulo dorado en la historia del deporte nacional.

viernes, 14 de junio de 2024

Todos contra Santa Fe

El pasado sábado 8 de junio, en un vibrante partido de ida, Bucaramanga se llevó una apretada ventaja de 1-0 sobre Santa Fe. La primera mitad fue un torbellino de emociones, mientras que en la segunda, los locales dominaron con cierto toque de fortuna para Santa Fe, evitando una mayor diferencia.

Este sábado 15 de junio, la contienda se reanuda en El Campín, con los Leopardos liderando por la mínima. Una ventaja que, si bien no es definitiva, podría ser suficiente si la consolidan y amplían durante el encuentro. La fanaticada santafereña, por su parte, anhela que su equipo empate primero y luego logre una diferencia de dos goles para celebrar la victoria.

El encuentro ha generado revuelo más allá de lo deportivo. La invasión de la hinchada de Bucaramanga en el estadio Alfonso López ha traído consigo sanciones, mientras que se denuncian presuntas agresiones a hinchas de Santa Fe. Se espera que el alcalde Galán y el presidente del club cardenal tomen decisiones cruciales en materia de seguridad, tanto antes como después del partido, incluyendo la participación de la hinchada bumanguesa.

El estadio El Campín se teñirá de rojo este sábado, con cerca de 30.000 gargantas alentando fervientemente. Aquellos que no consiguieron entrada o prefieren la comodidad del hogar, seguramente vivirán el partido con bebida en mano, animando a su equipo a conseguir la diferencia necesaria.

Curiosamente, la mayoría de la afición neutral ha mostrado su apoyo a Bucaramanga. ¿Será por su sed de gloria o por la arraigada tradición colombiana de apoyar al menos tradicional? Incluso la prensa ha mostrado cierta inclinación hacia el equipo dirigido por Dudamel. Sin embargo, Santa Fe, fiel a su garra leona, promete desplegar su mejor juego y marcar los goles necesarios para demostrar que su décima estrella podría estar más cerca que el primer campeonato de Bucaramanga.

Se espera que, tanto antes como después del partido, la celebración sea pacífica y prime la alegría, que se destaque el comportamiento ejemplar de las hinchadas. Que el fútbol sea la excusa perfecta para unirnos en un ambiente de sana competencia.¿Quién se coronará campeón?

sábado, 8 de junio de 2024

Santa Fe por el décimo titulo, Bucaramanga por su primera celebración.

Este sábado 8 de junio, cuando el juez central tome el balón en el estadio Alfonso López de Bucaramanga, comenzará una batalla épica entre dos felinos: el Atlético Bucaramanga y el Independiente Santa Fe. Ganadores de sus respectivos grupos en la fase regular, se han ganado el derecho a disputar la final del fútbol colombiano, un evento que ha generado gran expectativa entre sus hinchadas.

Los dirigidos por Rafael Dudamel, conocidos como los "Leopardos", buscarán inscribir por primera vez su nombre en el palmarés del fútbol colombiano. Dudamel, quien comparte apellido y nacionalidad con el famoso director de orquesta Gustavo Dudamel, tendrá la difícil tarea de orquestar la estrategia para conseguir la victoria de su equipo sobre los "Cardenales" y así conquistar el aplauso de su fiel afición.

Por su parte, Santa Fe regresa a una final del fútbol colombiano con la ilusiónintacta, pero también con la cautela de quien ya ha vivido las mieles y las amarguras del triunfo. El técnico argentino Pablo Peirano buscará obtener un resultado favorable en el partido de ida que les permita afrontar con mayor tranquilidad el decisivo encuentro de vuelta en el Estadio Nemesio Camacho El Campín.

Santa Fe llega a esta final con la ventaja de haber mostrado, según parte de la crítica periodística, el mejor fútbol durante todo el torneo. Además, cuenta con una afición comprometida que siempre los ha apoyado, incluso en los momentos más difíciles. Parecía una premonición; más abonados y más concurridas las tribunas cardenales. Para alcanzar la décima estrella en su historia, el equipo se apoyará en el talento y la experiencia de tres jugadores clave:

  • Hugo Rodallega: El veterano delantero ha silenciado las críticas con su entrega y buen fútbol a su regreso al fútbol colombiano.
  • Daniel Torres: Otro jugador experimentado que ha vuelto del fútbol español para brillar en esta nueva etapa con el club, aportando liderazgo y creatividad en el mediocampo.
  • José Manuel Mosquera Marmolejo: Un portero seguro y confiable que se ha convertido en una pieza fundamental del equipo, gracias a sus atajadas y su juego limpio.
El artífice de esta nueva etapa de Santa Fe es el técnico Pablo Peirano, quien ha logrado conformar un equipo equilibrado en todas sus líneas, donde todos trabajan en función del grupo, dejando de lado el lucimiento individual. Este enfoque ha sido fundamental para el éxito del equipo durante todo el torneo.

La afición de Santa Fe no se ha quedado atrás y ha respondido con creces al buen desempeño del equipo. Han acompañado en el Estadio El Campín en cada partido, creando un ambiente formidable que ha impulsado a los jugadores a dar lo mejor de sí mismos. Se espera que el próximo sábado 16 de junio, cuando se dispute el partido de vuelta, la marea albirroja vuelva a inundar el estadio, convirtiéndose en el jugador número doce con sus cánticos de “vamos león….queremos la copa”.

El desenlace de esta final seguramente durará más de 90 minutos, y los hinchas de ambos equipos esperan con ansias presenciar un espectáculo digno de recordar. Uno celebrará por primera vez un título, Santa Fe espera revivir el recuerdo de aquel inolvidable título de 2012, liderado por el legendario 10 cardenal, Omar Pérez. La confianza en una nueva celebración hará que los leones rujan de nuevo con más fuerza que nunca y alcancen la gloria.

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C. E. Pineda Rodriguez

@cepinedar


sábado, 24 de febrero de 2024

Colombia: Entre el desprecio y el orgullo

Es curioso escuchar a compatriotas colombianos que reniegan de su patria con un menosprecio casi admirable ¡O jactarse decir con seguridad: "eso solo sucede en este país"! Uno podría suponer que tal actitud surge de haber nacido por mera casualidad: quizás son descendientes de extranjeros y naturalmente sienten más afinidad por la nacionalidad de sus padres. O tal vez, incluso siendo nacidos en Colombia y provenientes de linajes colombianos, se sienten forasteros en su propia tierra. Quizá hayan pasado unos minutos en tierras extranjeras o, como es típico entre nosotros, simplemente admiran más las cualidades de otras naciones, preferiblemente aquellas "americanas", europeas o asiáticas (¡tal vez japonesas!), pues son consideradas las más desarrolladas, con los intelectuales más prominentes y ciudades ejemplares, aunque también carguen con el poco envidiable récord de mayores tasas de suicidio.

Lo irónico de estos patriotas de ocasión es que, a pesar de sus sátiras, se unen al coro de celebración cuando alguno de los nuestros triunfa en el mundo, ya sea un deportista subiendo al podio más alto. En esos momentos, el fervor patriótico brota de ellos como agua de manantial: se envuelven en la bandera nacional, entonan el himno nacional –aunque sea para criticarlo con disimulo–, o besan el escudo segun estos mismos, desactualizado. Claro, el entusiasmo es algo más contenido cuando el éxito viene de la mano de nuestros científicos, ya sea en la NASA, el CERN, o en el campo de las letras y las artes.

Sin embargo, hay un punto en el que todos los colombianos coincidimos con un rotundo rechazo: aquellos que nos avergüenzan por sus acciones corruptas, especialmente aquellos que ocupan cargos gubernamentales y desfalcan municipios, departamentos o incluso la nación entera. 

Ejemplos abundan, desde los nietos de un dictador de los años 50 hasta los recientes implicados en el escándalo de Odebrecht, pasando por los exgobernadores condenados por desfalcar sus departamentos. Todos ellos, con diferentes nombres y apellidos, comparten una misma característica: la desvergüenza con la que han robado al pueblo colombiano.

Estos desfalcos, desgraciadamente, tienen consecuencias palpables en nuestra vida diaria: calles en mal estado, interminables atascos de tráfico y una sensación generalizada de inseguridad. Son experiencias cotidianas que nos reciben en nuestro trayecto al trabajo o a casa, iniciando nuestros días con una buena dosis de estrés.

Y aunque nuestras quejas son sonoras, cuando llega el momento de las elecciones, allí están ellos, encabezando listas de candidatos, algunos incluso ya bajo investigación por corrupción. Y como nuestra memoria parece ser selectiva, mañana ocuparán un escaño en el Congreso, elevados a la categoría de "honorables congresistas", aunque para llegar hasta allí hayan cambiado de partido y, lo que es peor, de principios.

Pero regresemos al tema del fervor, esa pasión que despierta lo mejor de nosotros. Por ejemplo, cuando salimos de nuestras ciudades, grandes o pequeñas, y nos maravillamos ante la biodiversidad sin igual que nos rodea, aunque a menudo no sepamos conservarla.

Eso sí, hay quienes desprecian la naturaleza. Recordemos los desaciertosde importar pinos y eucaliptos en los años 70, el buchón y la elodea en nuestras lagunas, y la introducción de carpas para intentar solucionar la metida de pata. Toda una infamia a nuestra flora nativa perpetrada por supuestos guardianes del Estado. Además, la deforestación y la contaminación amenazan con destruir aún más nuestro patrimonio natural. Muy a pesar de et, muchos rincones de nuestra geografía nos ofrecen un respiro, un alivio al estrés cotidiano.

Estos son solo algunos de los contrastes de nuestra amada Colombia, una tierra llena de matices. Aunque muchos de sus municipios han logrado resistir la influencia de la cultura del desprecio, atrayendo a aquellos que valoran una vida tranquila y a colombianos genuinamente orgullosos de su identidad, no podemos negar las problemáticas que enfrentamos a diario.

sábado, 3 de febrero de 2024

La trágica transformación de nuestras calles

En épocas pasadas, nuestras calles brillaban como una pasarela de responsabilidad vial. El chaleco reflectivo y el casco eran elementos básicos de moda, desempeñando el papel de guardianes para ciclistas y motociclistas ante posibles contratiempos, tan inesperados como una canción para planchar en la radio. Pero, por supuesto, eso pertenecía al pasado, cuando aún creíamos que la seguridad superaba en importancia al meme más viral. Lamentablemente a diario pierden la vida muchos motocilistas y ciclistas, algo debe cambiar.

La seguridad vial, ese insignificante detalle que solo afecta la vida y el bienestar de quienes circulan por las vías. En Colombia, nos destacamos por nuestra extraordinaria habilidad para ignorar las normas de tránsito y por una conciencia tan baja que necesita un microscopio para ser vista.Antes, las personas se resguardaban con chalecos reflectivos y cascos. Sin embargo, en la actualidad, parece que optamos por jugar a la ruleta rusa con nuestras vidas. ¿Quién necesita precauciones cuando se puede vivir al límite, verdad? ¿Cuándo no hay sanción, si no hay autoridad.?.
Puede ser daltónico, lleva chaleco

La reverencia por las señales de tránsito y semáforos está más de moda que nunca, pero en el sentido contrario. Antes, seguíamos esas normas rigurosamente, pero ahora cada conductor se siente como una estrella que puede ignorar las reglas a su antojo. ¿Semáforo en rojo? "No me están viendo", "soy yo quien se arriesga"; son los pensamientos que pasan por sus mentes. 

Algo de riesgo. la ciclovía libre
Es curioso que los amantes de la bicicleta sean los más rebeldes con las ciclovías. En lugar de usar esas vías asignadas, algunos ciclistas prefieren desafiar al destino en las calles de los automóviles, creando situaciones dignas de un thriller de acción. Y los motociclistas, por supuesto, no se quedan atrás; desafiando límites de velocidad, yendo de un lado a otro, obstruyéndose entre ellos y utilizando las ciclovías como su propia pista de carreras personal.

El auge de las motocicletas, especialmente las eléctricas a las que se les permite utilizar las ciclovías, ¡tienen motor!, ha introducido un emocionante paquete de desafíos en nuestras vías. A medida que la tecnología avanza, nuestra cultura vial retrocede más rápido que el precio del sentido común en una oferta de liquidación. Los motociclistas, en lugar de adoptar medidas de seguridad, parecen haber decidido que la vida es más emocionante cuando se juega en modo extremo.

Es esencial reflexionar sobre la decadencia de nuestra cultura vial, aunque sea entretenido ignorarla, y tomar medidas para revertir esta tendencia que solo debería preocupar a los débiles. Respetar las normas de tránsito y usar equipo de seguridad deberían ser prioridades, pero claro, la adrenalina de vivir peligrosamente también tiene su encanto. Solo así podremos recuperar la cultura vial perdida y garantizar un futuro más seguro, si eso es lo que realmente queremos en nuestras carreteras.

viernes, 5 de enero de 2024

La danza entre la memoria y el olvido: Un viaje desgarrador hacia la identidad perdida

La vida nos presenta un enigma silencioso: la pérdida de la memoria. Un fantasma sutil que erosiona nuestra capacidad de evocar recuerdos antes nítidos. ¿Quién no ha experimentado la frustrante sensación de no recordar el nombre de un rostro conocido?

Un panorama gris en recuerdos maravillosos
Con el tiempo, la confusión se intensifica. Los recuerdos recientes se desvanecen mientras detalles de eventos lejanos resurgen con nitidez. El presente se convierte en un campo minado de incertidumbre, donde cada día comienza con normalidad para terminar en un torbellino de preguntas desconcertantes: ¿Dónde estoy? ¿A quién pertenece este lugar? ¿Por qué sigo aquí? ¿No íbamos a ir mañana? ¿Cuándo podré volver a mi casa? 

Las historias del pasado, tan vívidas en otros momentos, ofrecen un consuelo efímero. Son relatos auténticos en los que participamos, pero que quedaron atrás en el tiempo.

El día puede comenzar con la espera de un familiar que ya no está presente, quizás padres o abuelos, aquellos que ya no comparten este plano, o mencionando sistemas de transporte que han desaparecido.

Las visitas, otrora placenteras, se transforman en odiseas tortuosas. ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué vinieron? ¿Qué trajeron consigo? Antes se anhelaba prolongar la charla después de un día inolvidable, ahora se insta incluso a que se marchen. Una conversación puede resultar molesta, los oídos ya no son tan eficaces, los temas se escapan de nuestro dominio, hasta la noción del tiempo se vuelve difusa.

La mente, como un rompecabezas desordenado, anhela un círculo pequeño y seguro. No obstante, incluso en el calor de los afectos, la conexión con los seres queridos se desvanece, transformándose en un entorno conocido pero a la vez extraño.

La inquietud se instala, alterando negativamente incluso las relaciones más cercanas. Entre rostros familiares, los lazos se desdibujan; el hijo puede pasar del padrino al tío, al padre o al abuelo, las hijas se confunden, solo son amigas, puede mencionarse simplemente como el personal de servicio, en un vendaval de familiaridad desorientada.

La edad, ese viaje inevitable, plantea un desafío desgarrador. El laberinto del olvido se expande, envolviendo la realidad en un tejido de recuerdos difuminados. Y así, la existencia se convierte en una danza entre lo familiar y lo desconocido, entre la presencia y la ausencia, entre el deseo de recordar y el susurro del olvido.

En esta danza, la identidad titubea, los recuerdos se fragmentan y el tiempo se convierte en un torrente incontrolable. Sin embargo, incluso en la neblina del olvido, la esencia humana persiste. El amor, la compasión y la conexión con los demás continúan siendo faros en la oscuridad, guiándonos en este viaje inevitable.