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miércoles, 27 de marzo de 2013

Minas de sal de Nemocón


Bogotá, o quizá la sabana, nos ofrece a los habitantes de esta gran ciudad posibilidades turísticas que están a la vuelta de la esquina. Una de ellas es la mina de sal de Nemocón, si han visto fotos del lugar, es mas fascinante que la impresión fotográfica, como sea quedaremos con ganas de volver.

Luego de un recorrido de unos 70 km (saliendo por autopista a Medellín) al noroeste de Bogotá, a unos pocos de Zipaquirá está el objetivo de este texto, Las Minas de Nemocón, localizadas en el municipio del mismo nombre, con unos diez mil habitantes, muy amables y orgullosos de la mina de sal.

La visita se inicia con algo no necesariamente relacionado con la mina, un museo de historia natural, orientando el recorrido por un hombre con voz recia, amplificada y que denota conocimiento del tema. La era que mas menciona es el cretácico; una tarea para quien quiera corroborar los hechos descritos por el guía.

Con cascos de minero se ingresa por un túnel apuntalado con madera y eventualmente en las paredes algo de sal, el ambiente puede que nos recuerde a las películas, en tanto se adapta a la disminución de luz la sensación de seguridad aumenta. Cuando terminan los escalones - un poco amplios - los espacios se aumentan, usando luces de colores; azules, amarillos y rojos, los ambientes parecen muy atractivos.

Uno de los lugares que eventualmente impresiona a los visitantes es el conjunto de albercas llenas de salmuera, que parecen espejos, y que bien fotografiados producen imágenes muy atractivas, aquí se habla de las bondades de la sal vigua, el turista se le permite interactuar, puede sumergir las manos en esta salmuera y mas tarde verá lo que pasa.

En algunas sitios se hacen homenajes a personajes (el mas destacado es Humboldt un erudito según el narrador),  a plantas en extinción, y a la tenacidad de quienes cavaron la mina dejando huellas imborrables en cada pilar.

La religión también la encontramos presente, con imágenes a la Virgen del Carmen y al Señor Caído en grutas iluminadas estratégicamente.

Para quien quiera usar el lugar para eventos personales, hay un salón de actos, que a su vez lo utilizan como sala de exhibición de arte, según la narración, también lo han utilizado para eventos de música.

A pesar del deleite que significa estar allí, nuestros cuerpos agradecerán volver a usar los escalones, abandonando los 80 metros de profundidad y el olor característico de la mina.

Del sitio también es destacable la organización que tienen allí, una buena oferta de restaurantes, destacable también los precios para ingreso a la mina, a mi juicio un poco altos en comparación de otros de la misma categoría.


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